jueves, 5 de febrero de 2009

Navegando sin horizonte.

Ayer estuve de visita en el psiquiátrico, visitando a mi amigo interno, a quién encontré muy mejorado de sus dolencias y achaques, para agradecerle una nota que me hizo llegar en la que alababa mi gusto por el cine, pues tuve a bien incluir en un post una cariñosa referencia a la deliciosa película La Princesa Prometida. En animosa charla, mientras admirabamos y nos deleitabamos con unas copitas de champagne Laurent Perrier Grand Siècle, con las que uno de los celadores trafica, y que el buen gusto y saneado bolsillo de mi amigo me permitieron disfrutar, estuvimos repasando las referencias culturales de nuestra generación. Y con un punto de tristeza y amargura, llegamos a la conclusión que las generaciones venideras, esas que la propaganda institucional proclama como las mejores preparadas de la historia, caminan sin rumbo y sin referencia, y en el aspecto cultural y estético, absolutamente huérfanas y perdidas.

Los chavales de hoy, y que decir de los niños, crecerán sin saber quien es Will Esneir ni Hugo Pratt, y Corto Maltés será para ellos el nombre de un luchador de Pressing catch, cegados por manga y videojuegos. Jamás oirán al gran capitán Haddock decir "por mil millones de mil naufragios", y Tintin es solo un chico que sale del armario.

Nuestros hijos no pasearan por las llanuras del Monument Valley, mientras Caballo Loco y sus secuaces danzan en son de guerra, y John Ford para ellos será alguien que hacia películas sin color, y no comprenderán que el Ethan de Wayne en Centauros del Desierto es el compendio de todos los sentimientos humanos, y que es delicioso pasear y fumar una pipa en Irlanda mientras Maureen O´Hara -¡qué pelirroja! exclamó mi amigo-, nos espera haciendo la cena y nos ayuda a ser hombres tranquilos. Y que pena que estos chavales no lloren, porque todos lloramos, cuando cantamos La Marsellesa acompañando a Rick y los suyos en Casablanca, en el comienzo de una gran amistad. Y no entenderán por qué Shane no puede quedarse y echar Raíces Profundas después de liquidar a Jack Palace -¡qué gran villano!, exclamé yo- en el mejor duelo de la historia. Bueno, con permiso del inmenso Cooper de Sólo ante el peligro, y su maravillosa banda sonora, pero es que amigo, tenía a la Kelly a su lado, antes del Principado.

Y no correrán por el pasillo de casa, boxeando y haciendo sombra, a los sones de Gonna Fly Now y soñando con tumbar a Apollo Creed, o queriendo ser un Toro Salvaje. Ni buscaran al coronel Kurtz en la selva, después del olor a napalm y a adrenalina, cabalgando con las Walkirias, que para ellos serán algún personaje del Gran Hermano o así. No sabrán que los replicantes han visto cosas que nosotros no creemos..., atacar naves en llamas más allá de Orión.... Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser, y que cuando mueren, como lágrimas en la lluvia, todos morimos con ellos.

Y Holmes y Lupin sólo serán recuerdos de su pobre y patético Harry Potter. No navegarán en La Hispaniola ni jamás cantarán con John Silver "quince hombres en el cofre del muerto, ja, ja, ja, y la botella de ron", sin buscar el tesoro del capitán Flint. Y para ellos Milana Bonita ni siquiera será un pájaro, sino algún rap mal cantado. Y el capitán Achab, y Lord Jim, y Kim ni siquiera eso.
Pero lo peor es que no sabrán que antes de los clones ya hubo lado oscuro, y Rochefort se pasó a él, después de ser capitán de la guardia de su majestad y llevar la flor de lis, y además maneja mil veces mejor la espada.
Jamás podrán creer que las estrellas llegaban a casa los viernes por la noche, casi de madrugada, gritadas por el gran Trecet, y diiiiin -dooooon, triiiiiple, y que había un chaval negro en L.A. que hacia "magia" con un balón, y un tipo serio, rubio y bigotudo hacía llorar de placer a la gente en el Boston Garden, y otro alto, increíblemente alto y con nombre de moro dejaba caer las canastas desde el cielo. Luego vino otro que sabía volar y que reía como sólo saben hacerlo los chicos de casa, y cada foto suya era un poster´s para millones de chavales...
Tampoco creerán, pero es cierto, que el veintidós de junio de mil novecientos ochenta y seis, Dios jugó al fútbol en Ciudad de México; y que antes, lo hizo largas temporadas, con acento argentino, porque Dios cuando juega al fútbol tiene buen gusto y mala baba, y se apellida DiStefano. Y que hubo largos años en que un chaval de Segovia privó a toda una nación del sacrosanto deber patrio de la siesta, a base de "hachazos" y sufrimiento por las cuestas gabachas...recordando a un águila de Toledo que tomaba helados antes del descenso...
Llegado este punto, mi amigo y yo, ahogados por las lágrimas y la emoción, o quizá por las botellas a nuestros pies, comprendimos que no hay nada que hacer, que estamos vencidos, pero que fue bonita la lucha y el camino. Allí lo dejé, camino de sus atenciones que lo repondrán de inmediato...
Yo entraré en sueños en el Bar del Palace y pediré a su salud un Dry Martini, mezclado no agitado, obviamente.

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