Qué me das que no puedo parar de decir
Y recupero las ganas de todo, hasta de vivir
¡Qué extraño poder el de tu limpia mirada de niña y virgen y
cielo
que me ve de verdad
como soy!
¡Qué veneno es tu palabra que más que matar me hace renacer!
¡Qué diosa o bruja o heroína que me salvas una y otra vez,
como mil mujeres que eres
en una sola!
Qué me hiciste, y haces, y harás
para ser hombre creído inmortal
Y loco y cuerdo y salvaje y locuaz.