viernes, 27 de marzo de 2015

Resistencia

Cuando la oscuridad me atormente
en las noches de vejez y soledad
recordaré la luz de tu mirar
y resistiré.

Cuando la nieve tiña de blanco mi vida
empolvándola de frío y ausencia
evocaré el calor de tu sonrisa
y resistiré.

Cuando la lluvia cale mi corazón
electrocutando mi palpitar
pensaré en tu alegría calma
y resistiré.

Resistiré en todos los momentos
en la noche y el día resistiré
soldado empuñando tu pendón
en el verso y en la cama
resistiré.

Como condenado en el corredor
naufrago en la isla
como triste poeta ante el blanco folio
resistiré.



jueves, 26 de marzo de 2015

Minimas escenas y 6

A mi lado, inundando el bar de todas nuestras esquinas de risas, voces  y bromas, un grupo de cincuentañeras, alguna sexagenaria, de buen ver y, supongo, mejor palpar, toma café  y menta-poleo en comunión y asamblea.

Visten ropas deportivas, de colores imposibles, ciñendo cuerpos hermosos –cuarta acepción coloquial- en carnal homenaje a Botero o Rubens, despojadas de vergüenza; calzan zapatillas de deporte de diseños postmodernos, llamativas en líneas y coloridos. Un grupo de jóvenes o adolescentes no vestiría más acorde al siglo y a la moda.

Los aparatos celulares humean de mensajes, llamadas, intercambios varios.

Descansan después del paseo, o del jogging or runnig, y comentan risueñas y alegres las ocurrencias del nieto, de la vecina, la última noticia de la televisión, el postrer adonis al que llevarían a la cama –con cierto sonrojo o sin él, dependiendo de las pulsaciones aún no relajadas-, preparando encuentros, actividades, quehaceres…

Tomo mi café y sonrío.

Brindo en silencio por los maridos enterrados. Y pienso, con el poeta, qué tristes y fríos se quedan los muertos. La naturaleza y la demografía rigen sin sobresaltos en este país de viudas.

Sin reproche, enciendo la pipa y exhalo el humo.


C´est la vie, n´est pas?





miércoles, 11 de marzo de 2015

Lugar

I.

Los momentos a tu lado no volverán.
Lo sé.
La vida en ellos fue mi única realidad;
las curvas de tu cuerpo
el sabor de tu piel
la vieja habitación,
tu lágrima y tu risa.
Allí quedé.
Llámame insensato, enajenado.
¿Qué me importan los apelativos?
¿Qué necesidad de verdad?
Nada.
Allí quedé.

II.

La noche llega pronto;
la mar es gris y plomo.
Te veo en brazos de otros
me ahogo en la negrura y la profundidad.
Errante y pequeño
soy en la noche y la mar.








miércoles, 4 de marzo de 2015

Carta de amor muerto y ...

Hace algunos días, en descanso de quehaceres laborales y domésticos tuve tiempo de volver a ocuparme de los papeles, recuerdos y cosas varias de don Nicasio Pelades, que como algunos de ustedes saben me vinieron impuestos o casi, como involuntario depositario. He dejado ya por aquí alguna de sus cartas que, fechadas o no, ayudan mínimamente a rastrear su caso, proceso y desenlace. En ellas se plasma con cruda realidad el desvarío que vivió su alma, y las apetencias y deseos que impulsaron el recorrido de su vida desde que conoció a la destinataria de las mismas hasta el fatal desenlace que con tanta prodigalidad y afán minucioso fue publicado en diarios y noticieros. 
Ésta de hoy debió de corresponder a alguno de los intervalos de silencio que su vida marinera y mundana impuso en ocasiones. No va fechada, y por firma una lacónica inicial, como sabiendo -o deseando- que la destinataria no necesitaba más para saber el remitente. Por esperarlo o desearlo a su vez. Llama la atención de nuevo la laboriosidad del trazo, el trabajo de la copia, el afán conservador de todo su material, gracias a lo cual hoy podemos quizá comprender.


"Mucho tiempo señora, sin empuñar la pluma como pretendido florete virtuoso, como imaginada espada de fuego para hacerle llegar los sentires y las nauseas.

El silencio impuesto por la vida y la distancia parece vencer mis ansias por  usted,  el deseo de su cálido cuerpo, las ganas de morir en su mirar y en su boca, la locura del abandono en su cuerpo acogedor, la fiebre por recorrer todos los poros de su piel, por amarla al amanecer después de otra madrugada de versos y desvarío.

Pero sólo lo parece.

El deseo, la fiebre, la locura, el amor, siguen tan presentes, tan reales, tan nítidos, tan crudos, como la primera vez que la vi, y tan inspiradores de mi deambular y de mis letras como todas y cada una de las cartas de amor muerto que le escribí y que adornan, impropias, lascivas, ocultas, las páginas de mis escritos. Empapelando, como mortaja de felicidad, los días y las horas, los lugares, las estancias donde transcurre la vida y el sueño.

Porque eso es, sigue siendo, usted. La vida y el sueño. Una y otro incomprensibles, vacíos, fríos, inanes sin su persona, sin su mirada de mar, sin su risa contagiosa, también sin su recuerdo. Usted, que todo lo llena, que todo lo transforma, que todo lo ilumina.

He comprendido que no será nunca mía; al menos como hubiera deseado y soñé: real, diaria, cercana, quizá monótona, pero física, y no sólo espiritual. Mía. Como yo lo soy suyo, desde el pálpito de mi corazón hasta la interconexión última de mi última neurona. En plenitud. Porque sólo soy en usted, mi yo real es usted, mi justificación su vida, mi hogar su vientre cálido, la esperanza, el descanso, la dicha.

Esa idea preside mi existencia; es mi blasón y el frontispicio de mi casa. La bandera de mi pequeño velero que navega en los mares imprecisos y peligrosos del siglo; la sal de mi mar / la luz de mis noches, en versos inocentes que escribí hace tiempo y que siguen vigentes, en su inocencia y verdad.

Hubiera deseado pasear la vida a su lado. Como lo hago en la noche del sueño y la madrugada del insomnio, en las que la acompaño por todos los lugares, la velo en todos los descansos, la protejo en todos los peligros, compartiendo con usted la risa y también la lágrima, el  enfado pero igualmente el deseo, el día y la noche, la jornada y la vacación. Como novios recién estrenados o matrimonio viejo y bien avenido, esos que nunca fuimos ni seremos.

Sé que mis letras no son originales, ni siquiera hermosas; no figuraran en ninguna compilación de cartas o poemas de amor, no serán leídas más que por usted y por mí antes de pasar al olvido y a la desaparición, el tiempo que dure la tinta o el viejo papel con que son escritas. Tampoco lo pretendo. Y no tengo necesidad ni intención de originalidad. No es necesaria: usted es su destinataria, y por usted son paridas e imaginadas. Por lo tanto, poca originalidad pretenden; sólo su persona las ilumina. Y el sentir que yo tengo por usted, que es único, repetible, previsible, diáfano, preciso.

Vivo en su recuerdo, respiro por sus pulmones, mi corazón- ¿o son dos?- late con el suyo, mi deseo y hombría sólo en usted se excitan, la calma sólo llega en su mirar.

Todo igual. Siempre. Eterno. En los siglos y la historia.

Suyo

N."





lunes, 2 de marzo de 2015

Pena

Ha muerto el jefe de la Banda. El gran González Ledesma.

Descanse en paz. Leeremos de nuevo sus grandes novelas. Literatura de la negra, negrisima. De la buena. Y beberemos un carajillo por Méndez, que se nos queda huérfano.


http://www.elmundo.es/cultura/2015/03/02/54f41814268e3e202b8b456c.html

Soledad

        Soledad. La calle solitaria acompaña mi vigilia húmeda de madrugada y deseo; te busco en todos los rostros te persigo en todos los c...