viernes, 30 de mayo de 2014

Escena

Días de primavera
al lado del mar.
Las paredes fulgen al sol
y la quietud se apodera de calles
que dormitan, hijas predilectas de la latitud y la historia.
Huele a jazmín y al yodo del viejo mar,
y en las ventanas entreabiertas, las persianas,
de madera verde, o azul, o blanca,
se mecen por la brisa suave.
Es hora de siesta en el pequeño rincón levantino.
Las olas mueren suaves en la arena de las playas,
las gaviotas graznan con desgana en los acantilados
al cobijo del sol,
y en el viejo Casino Primitivo los mayores cantan
los tantos y los puntos entre humo de cigarro negro, copas de anís
y café aún más negro.
Nadie presta atención al viejo televisor  que desgrana noticias
lejanas,  imposibles, de otra realidad, de otro mundo.
El cielo es tan azul y limpio
que la única nube que lo adorna parece pintada,
algodón etéreo, blanco nuclear y quieto.
Y la luz.
Que inunda el espacio, haciendo nítidas, casi irreales,
las casas, las calles, la vieja iglesia, la fuente de la plaza
en la que suena el agua mora y apetecible.
Sentado bajo el olivo centenario,
de paz y bienvenida,
el hombre mira la mar,
enciende la pipa,
exhala el humo que perfuma la tarde.
Piensa.   Y sonríe.
En paz.



jueves, 29 de mayo de 2014

Lecturas y 70, tandem confessio

Como el poeta
confieso que he vivido
y muerto
en abrazos, risas y llantos;
viví en los brazos amados
en las noches interminables
en las viejas habitaciones
de amantes, versos y orgasmos.
Reí al lado de amigos,
en los juegos de los hijos y hermanos;
y lloré en la muerte de los padres,
ideales y sueños.
Mi vida ha sido
-y mil que tuviera-
llorar, reír, amar,
leer, mal escribir, soñar.



jueves, 15 de mayo de 2014

Lecturas y 68, navegando

El viento golpea con fuerza
las velas henchidas del  velero;
navego en el temporal de mi vida
sin más faro que la luz de tus ojos.
Parpadeas y me pierdo
y naufrago
y sucumbo a la oscuridad.
Sigo esperando asido al mástil
con el rostro al viento y al mar
atado a los cabos
en el otoño de mi deambular.



miércoles, 14 de mayo de 2014

Lecturas y 67, segunda noche.

Tendido en la cama de la habitación
entre botellas vacías y versos prohibidos
transito la noche.
El reloj parpadea la madrugada
y hace frío pese a las sábanas mojadas de sudor y lágrimas.
He empapelado las paredes
con estrofas imposibles y arrítmicas
altares profanos a los que rezo.
La vieja amiga está de nuevo rumiando
en el rincón de la ignominia.
No tengo miedo.
Estoy en paz de conciencia
y tengo cuchillas afiladas
la voluntad de hierro
y  la vida vacía.
Nada puede arrebatarme
todo lo perdí
en tu partida.



martes, 13 de mayo de 2014

Novisima carta de amor muerto, o de la justificación del suicidio.

Señora

Recibo sus últimas noticias como tormenta en el desierto, inesperada y violenta, pero predecible por las señales previas y quizá merecida, en todo caso necesaria. Es de justicia –y alegría- que siga su vida; alumbrando nuevos despertares con su belleza  y la luz de esos ojos de mar que trajo usted de tan lejos. Yo, pese a soñarla, no tuve esa dicha de amanecida; tan sólo momentos vespertinos,  instantes robados a su vida y a la mía, paréntesis entre dos existencias que se tocaron en la intersección cuasi cósmica e irreal de nuestro encuentro.

Se despide usted con esa mezcla de elegancia y desdén que la hace más centroeuropea que latina, y que yo tanto alabé,  pues la ofrece a usted única, tan propia para el enamoramiento ajeno, tan irresistible para mentes imaginativas, para deseos por concluir.

Marchose usted al norte, en pos de sus sueños y huyendo de los míos, buscando quién la mereciera. Y dejando atrás un recuerdo de risas claras y bellas, alguna lágrima, algunos versos, escasos pero intensos momentos de placer, descarnadas confesiones, descubrimientos mutuos, confesiones silentes y hermosas.

La recordaré siempre, silenciosa  y espectral, pero todo carne y todo sensualidad, y todo sexualidad y todo mujer, sentada mirando al mar, leyendo aquellas novelas suyas de extraños autores, o en la mesa de su pequeño piso dónde la descubrí, armando el nuevo puzle de su vida, tarareando las letras del cantautor cuyo nombre no quiero recordar para no tener la tentación –otra más- de comprar toda su discografía y oírla en las noches oscuras de la soledad, el frío y el deseo; esas letras románticas y soñadas pese a que usted las revestía de la crudeza propia de su existencia.

La conocí al lado del mar, y puede asegurar señora, que cada vez que lo vea, y en mi postrer momento que deseo al lado del viejo y sabio Mediterráneo, la recordaré en él, aunque quizá pertenezca ya usted a las montañas lejanas, a los bosques cerrados y verdes valles donde comienza hoy una nueva vida. En ellos le deseo lo mejor, y que encuentre a ese alguien que la merezca como yo no supe hacerlo.

Me congratula dedicarle estas palabras, y que las oiga y lea como antes soportó mis silencios. Ojalá, ya sabe, fuera yo un alto poeta, o un pasable literato, para imaginarlas y plasmarlas como sin duda es deudora de ellas, o en el recuerdo que quizá merezcamos ambos. En todo caso aquí las dejo, negro sobre blanco, en poética justicia.

En el deseo y la esperanza que siendo usted buena lectora, las apreciará con el mismo sentir que las escribo, con mi antigua pluma estilográfica y mi vieja moleskine, esas compañeras en las que, en su ausencia, me refugio y alimento.

Cuídese en el mundo y en el siglo.


miércoles, 7 de mayo de 2014

Lecturas y 66, noche.

En la oscuridad de la noche
y del deseo azul
palpita mi corazón y mi alma
atormento mis pensamientos
engaño los sueños húmedos
febriles deseos y silencios.
Tengo rosas rojas en la almohada
manchas de carmín y lágrimas
y navajas afiladas
en las noches vacías de ti.
Y hace un frío de sepulcro
en la vieja habitación donde nuestro sudorosos cuerpos se amaron
y transito tembloroso la distancia que media
del suicidio a la amanecida.





martes, 6 de mayo de 2014

Lecturas y 65, orilla.

El mar diluye mis pensamientos
ahuyenta mis temores, calma mis desdichas.
Vuelvo a él, juegos de la infancia
adolescencia de los primeros deseos
como faro de mi derrotero
eterno retorno de sus olas
que incansables
componen la banda sonora de mi sueño.
Viejo mar de mis héroes
leyenda viva que acompaña mis sentires
a sus pies simplemente soy
en sus brazos simplemente siento.
Días de sol mirando la mar
dos amantes insatisfechos,
él y yo.



Soledad

        Soledad. La calle solitaria acompaña mi vigilia húmeda de madrugada y deseo; te busco en todos los rostros te persigo en todos los c...