jueves, 24 de enero de 2013

Undécima carta de amor muerto




           Hacía tiempo que no les hacía llegar noticias de don Nicasio Pelades, de cuyos papeles y recuerdo, como sabrán, soy inesperado depositario. Las obligaciones labores, conyugales y paternales me dejan poco tiempo para la investigación de su caso, en mi propósito por arrojar algo de luz a sus azares y a la comprensión siquiera mínima de la razón última que lo arrojó a la oscuridad y al abismo. Él, que en vida ocupó tanto espacio en noticiarios, y en publicaciones de la más variada índole -científicas en el último trance de su vida- se ve ahora rodeado de una nebulosa fantasmal, perdido por segunda vez entre los vericuetos de los tratamientos, el Código Penal y el olvido. No sé si el hacer públicas sus misivas y pensamientos contribuirá en algo al esclarecimiento final, o la comprensión piadosa de sus acciones. En todo caso, razones de índole moral y profesional -yo fui su último defensor les recuerdo-, me obligan a un intento de que así sea.

         Rescato uno de sus papeles, que se interrumpe abruptamente por la mala conservación. Por los hechos a los que hace referencia -matrimonio de A., castigos carcelarios - debió de estar fechado antes de la primera de sus increíbles fugas, y mucho antes del fatal desenlace. Dice así.


“Estimada señora
en el invierno crudo y ventoso le mando de nuevo mis mejores deseos -todas las acepciones posibles (CENSURADO)-, y hago votos para que se encuentre muy bien y a resguardo; en el bienestar de su casa, de su trabajo, de su matrimonio...y  para usted las cosas marchen bien o todo lo bien que sea posible. He sabido, como adivinará, de su reciente enlace. No tuve ocasión de conocer a su esposo, pero créame que le envidio. Al fin el tiene ahora lo que yo sólo conseguí soñar y desear en la oscuridad de mi casa y en mis noches febriles y ausentes. Felicítelo de mi parte, y espero que tenga a bien presentarnos cuando la ocasión sea más propicia.


La supongo feliz y dichosa, olvidando el pasado de su vida que tanto perjudiqué por mis acciones y palabras. Así lo espero.


La imagino en la estación nueva llena de vida y esperanza. Esa esperanza que nace de los propósitos renovados y de los sueños cumplidos o en trance de hacerlo. Por aquí en cambio el ánimo está en parte congelado, pues el meteoro se hace notar y nos pone a tiritar. El sol, antaño ese  amigo nuestro, lleva varios días sin aparecer, y las gaviotas me miran incrédulas desde las farolas que vislumbro tras los barrotes, o en mis paseos ahora algo más escasos por el patio. He pasado una temporada sin salir de la habitación en la que tienen recluido, por no sé qué mala sangre de algún funcionario al que no le llegó a tiempo la habitual contribución al relajo de sus quehaceres y atenciones, con los que hago más pasables los días (CENSURADO). En todo caso, esos paseos ha vuelto a suponer una distracción necesaria, y disfruto con ellos en cuanto puedo, para mitigar añoranzas y ocupar quehaceres, pero hay días en no tengo más remedio que quedar a oscuras y silencio, cosas del tratamiento. Son días esos de locura, de deberes, de desorden, de verme de nuevo reflejado en el azul como no pensaba.


Sigo añorándola mucho, demasiado a veces, y ese recuerdo me hace pasables los días y las estaciones…”








miércoles, 23 de enero de 2013

Lecturas y 27, café vespertino




La rabia
de tu ausencia
consume paciencia
lucidez
esperanza.

Día de invierno
y sol
un respiro a los helados
recuerdos.

Tomo mi café
en mi bar de todas las esquinas;
suenan canciones extrañas, lejanas.
Un tipo gordo baila alocado
coreado por las camareras rotundas
que sonríen
invitando
a un paraíso lejano.

Pero yo no bailo
ni sonrío
ni busco hurí
de mi valhalla particular
tan sólo sentir
y soñar
con el azul de la mar.

martes, 15 de enero de 2013

Propósitos del nuevo año


Yo, como todos,
también formulé propósitos
al comer los dorados frutos
en el postrer minuto.
Seguir emborronando el folio en blanco
abandonar la vida sedentaria
leer más a los clásicos.
Aprender la lengua de Verlaine
cultivar la amistad de todos,
Sueños confesables
otros no tanto.

Vivir todos los días en el azul
amar a la mujer
desearla, cantarla.
Superar la timidez de una mirada
completar mi corazón roto
o morir –pronto-.

Terminar mi colección de Tintin
fumar todo el tabaco;
oír de nuevo al poeta cantar
comulgar en la fe
de dos corazones
para que sean uno solo.
Encontrar a mi Rimbaud
y que la lira bendiga nuestra unión
o pegarle un tiro en la rue de Brasseurs.
Pasear Paris ausente
recitando pequeños versos
ser poeta oculto
como en la vieja canción.


lunes, 14 de enero de 2013

Lecturas y 26, intimidad


El invierno trae
deseos de cobijo y manta.
En la noche estrellada
el insomnio aguarda
pertrechado de libros y ausencias.
La mujer lee en la cama
las niñas duermen.
El hombre sueña
y el mar susurra historias pasadas.

miércoles, 9 de enero de 2013

De las preces


                                  A Pedro Amador Carlos,  poeta y amigo.


Tu  oceánica lucidez
iluminó nuestros juramentos
y  tu verbo preciso y claro
adornó los humos manchegos.

Llegaste desde tu patria
pampa, tango y bandoneón,
hastiado de la política ficción
y tu elegancia gardeliana
conquistó al punto nuestro corazón.

Es tu patria mala tierra
si dejó escapar tan alto poeta.
Ella te perdió
nosotros te ganamos;
por una vez, me alegro de la sinrazón.

Ahora luchas, amigo,
en una batalla cruel y violenta.
Quizás tus bagajes –y los míos-
sean impropios para esa guerra.
Pero te los ofrezco sincero:
no hay más honor que compartir trinchera
con tan buen caballero.

Lecturas y 25, naufragios.


Llueve.
Charcos en la calle
para ahogar la madrugada.


La mirada glacial
en la pantalla.
Inmensa soledad.


La niebla no deja ver
el mar
en el que te amé.
La pequeña barca lucha.
Es mi corazón
que naufraga
sin nadie al timón.


La estación del recuerdo
ha mojado las arenas
que esperan
la calidez del verano.
Las furiosas olas baten
nuestro lecho.
Ahora es nido de una triste gaviota
testigo mudo de nuestra lejana pasión.



He dejado el libro
en la página sesenta y seis;
habla de la escualidez
y la delicadeza.
Pero esta noche
quisiera tus formas de mujer
tu sexo
y tu gemido.
También a veces
el poeta
necesita la carne
la humedad de la boca
el grito,
la desnudez.

viernes, 4 de enero de 2013

Lecturas y 24, red dream


Te he regalado

un pintalabios rojo

para que adornes

lo que mordería gozoso.


Pero es inútil embellecer

lo ya perfecto.


Así pues

úsalo para el cristal

de despedida.

Dibuja mi corazón roto.


Hemos paseado

tus calles azules

separados por el sacramento

bajo luces de fiesta.

Miramos  -o no- escaparates

en silencio.

Y al fin nos conjuramos

para pasearlas

como dos corazones

que son, en verdad,

uno sólo.

martes, 1 de enero de 2013

Lecturas y 23, comunidad con los suicidas


Vivo muriendo en tu recuerdo

que es la tumba de los sueños

que tejí en la esperanza de una fe.

Ahora sé que mi credo

es lejano,  irreal, estúpido.

Son las 6,45 de una mañana de invierno;

mi  viejo utilitario azul

tirita  en el frío asfalto de la ciudad.

¿Y si me estrellara contra el muro?

¿Y si me arrojara al mar?

Mortaja de hierros azules retorcidos

marcha fúnebre en la oscuridad lejana de la ciudad.

¿Quién derramará las lágrimas,

quién llevará las flores a la lápida?

¿Cuántas amantes interrumpirán su orgasmo

qué pequeñas constelaciones dejarán de brillar?

¿Qué poemas por terminar

qué risas por nacer

qué llantos por compartir?

Soledad

        Soledad. La calle solitaria acompaña mi vigilia húmeda de madrugada y deseo; te busco en todos los rostros te persigo en todos los c...