miércoles, 9 de enero de 2013

Lecturas y 25, naufragios.


Llueve.
Charcos en la calle
para ahogar la madrugada.


La mirada glacial
en la pantalla.
Inmensa soledad.


La niebla no deja ver
el mar
en el que te amé.
La pequeña barca lucha.
Es mi corazón
que naufraga
sin nadie al timón.


La estación del recuerdo
ha mojado las arenas
que esperan
la calidez del verano.
Las furiosas olas baten
nuestro lecho.
Ahora es nido de una triste gaviota
testigo mudo de nuestra lejana pasión.



He dejado el libro
en la página sesenta y seis;
habla de la escualidez
y la delicadeza.
Pero esta noche
quisiera tus formas de mujer
tu sexo
y tu gemido.
También a veces
el poeta
necesita la carne
la humedad de la boca
el grito,
la desnudez.

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