domingo, 24 de enero de 2016

Minucias

I.
La luz
la eternidad.
Un disparo;
nada más.

II.
Sigo insistiendo en el verso
inspirado en la mar
y tu cuerpo;
única realidad.

III.
Oigo la radio
flamenco, bachata, cha cha chá;
miro mis pies de plomo
y sueño contigo bailar.

IV.
Suena el teléfono
con insistencia;
no eres tú
sólo maldita publicidad.

V.
Navego en la vieja mar
saltan delfines y vuelan
los peces espada y el cormorán
el humo de la pipa baila en la jarcias
y tremola el pendón, azul y sal.
El pequeño velero surca el agua
empujado por el dios del viento
que aquí es levante romano, fenicio y griego.
Dos hombres se afanan en los cabos
y la amistad
mecidos por la vida, el humo y la mar.






lunes, 11 de enero de 2016

Tarde

Vuelvo a mi bar de todas las esquinas, que tenía abandonado y seco. Lo encuentro más solitario, gris y melancólico.

La camarera de formas rotundas que alegraba la vista y el espíritu a los parroquianos –supongo y deseo para alguno además el cuerpo y la vida, de palpar y soñar-  ha sido sustituida por otra diríase efigie de Giacometti, línea vertical y andrógina como el sino de los tiempos, que sonríe lánguida y apagada, anodina, acorde con la decoración y el ambiente.

Acompaño el café con el humo de mi pipa, congelando el ánimo en la terraza habilitada, iglú de los políticamente incorrectos y apestados, léase fumadores.

A mi lado, dos jóvenes trasquilados y andrajosos –primera acepción- lían cigarrillos y emiten proclamas, esas que gobiernan ahora la nación, otrora España.

El humo de la pipa, azulado, dulce y guasón, acompaña mi sonrisa.

En el otro extremo, una mesa de pensionistas –o viejos por mejor decir- canta los tantos y trasiega el coñac, que será brandi por mengua de pensiones y emolumentos  o costumbre anquilosada y poco original, patria en todo caso.

El televisor, al que nadie presta atención, escupe noticias del mundo rosa, o del planeta balompédico, tanto da, amnesia de conciencias, adormidera de opiniones y lamentos.

Otra tarde más, en mi bar de cualquier esquina. Exhalo la pipa, que convierte la primera en segunda acepción, y emborrono la hoja en blanco de mi nueva moleskine, única patria en la que me reconozco y resguardo. Busco las palabras y las imágenes, y compongo versos insignificantes, mínimos, que adornan la vida, acompañando el café, el humo, el sentir.

En su compañía transito los días de trabajo, las noches de sueños, las madrugadas de insomnio, armando la existencia sin esperar más que una sonrisa de las personas queridas, un párrafo que estremezca el alma, un verso que justifique la vida, una mirada que alimente el alma.





jueves, 7 de enero de 2016

Propósitos y enmiendas



Comienzo de otro año

propósitos nuevos, nacimiento

de sueños, anhelos.

El calendario impone su rutina

y, como todos, miro al futuro

y siento.

Leer, más; escribir, mejor –o bien-

sentir

vivir.

Navegar, quizá, en mi propio velero

amar, al fin, en la mar.

Propósitos sublimes

enmiendas –a mi vida- prosaicas.

Dormir ocho horas, perder diez kilos

cuidar el maltrecho cuerpo

mimar la febril alma.

Publicar mi nuevo libro

-escrito está-

reír,  viajar, soñar.








Soledad

        Soledad. La calle solitaria acompaña mi vigilia húmeda de madrugada y deseo; te busco en todos los rostros te persigo en todos los c...