Vivo muriendo en tu recuerdo
que es la tumba de los sueños
que tejí en la esperanza de una fe.
Ahora sé que mi credo
es lejano, irreal,
estúpido.
Son las 6,45 de una mañana de invierno;
mi viejo utilitario
azul
tirita en el frío
asfalto de la ciudad.
¿Y si me estrellara contra el muro?
¿Y si me arrojara al mar?
Mortaja de hierros azules retorcidos
marcha fúnebre en la oscuridad lejana de la ciudad.
¿Quién derramará las lágrimas,
quién llevará las flores a la lápida?
¿Cuántas amantes interrumpirán su orgasmo
qué pequeñas constelaciones dejarán de brillar?
¿Qué poemas por terminar
qué risas por nacer
qué llantos por compartir?
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