Tendido en la cama de la habitación
entre botellas vacías y versos prohibidos
transito la noche.
El reloj parpadea la madrugada
y hace frío pese a las sábanas mojadas de sudor y lágrimas.
He empapelado las paredes
con estrofas imposibles y arrítmicas
altares profanos a los que rezo.
La vieja amiga está de nuevo rumiando
en el rincón de la ignominia.
No tengo miedo.
Estoy en paz de conciencia
y tengo cuchillas afiladas
la voluntad de hierro
y la vida vacía.
Nada puede arrebatarme
todo lo perdí
en tu partida.
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