Grita la noche invernal en el borde de la ciudad
donde se confunde con el mar y el olvido
me asomo a la inmensidad negra, escucho las gentes muertas,
siento el frío de los sepulcros, la sangre espesa
la guadaña.
Las calles solitarias, sucias, abandonadas
el paseo del santo lleno de bañista suicidas
y el viejo mar inclemente y burlón
sepultura de sueños, suena a réquiems y misa de difuntos.
Todo es desolación en la noche
en que persigo tu piel blanca tatuada
mutada en terreno ignoto, ajeno
a la que dedico estos versos negros
el recuerdo insomne, el solitario orgasmo.