Recuerdo un viejo televisor en la pared
los cuerpos desnudos, una botella de agua
y tu mirada.
Recorrí buscando el consuelo las oscuras calles
paseando
hasta tu cama;
temblando
rocé tu piel y besé tu boca
como soñé hacerlo a una diosa
y te convertí, de inmediato,
en mi idolatrado templo, mi febril alma.
Y hoy
buscándote en las oscuras calles, las viejas camas,
los furtivos besos,
no te encuentro más que en sueños, apenas nada.
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