jueves, 12 de febrero de 2009

De piratas y filibusteros

"...Especie de matón..filibustero...sajú, imbécil, caníbal, ornitorrinco, bebe-sin-sed, bachibuzuc, antropófago...zopenco, pirata, ectoplasma..." Capitán Haddock.
Titin Stock de Coque, página 49, viñetas 4-6.




Un día pasado, necesitando resolver algunos asuntos monetarios de escasa índole y cuantía, quizá desgraciadamente, me acerqué a mi sucursal bancaria, esa también de todas las esquinas, con ánimo de hacerlo sin demasiada demora y con prontitud.
Obviamente, la realidad no tardo en mostrarse terca y contradecirme.
En la única ventanilla disponible, de las cuatro habilitadas al efecto, se acumulaba una sucesión de rostros de diversa procedencia y cariz, algunos no demasiado amigables, y las parlas igualmente diversas nos acercaban babélicamente al despropósito. En fin, me armé de paciencia y procuré distraer mi atención, pues la gestión fugaz que mi ilusión se imaginaba tardaría más de lo esperado. Pasados tres cuartos de hora, y viendo que el avance se podía casi medir en centímetros, los ánimos empezaron a caldearse y los susurros dejaron paso a las palabras y las palabras a las voces y las voces a los gritos. La pobre becaria que con poco ánimo y menos diligencia atendía la solitaria ventanilla empezó a reconvenir a la gente y a pedir paciencia y aguante, ¡porque se hacía lo que se podía!; poco por el resultado y las intenciones, pensé yo. Por supuesto que los empleados que pululaban por la oficina, con la vista perdida y la corbata, muy de nudo Windsor y muy de logotipo, seguían a lo suyo, sin darle demasiada importancia a la cola de gigantescas proporciones o casi, que amenazaba con salir a la vía pública, ocupados en gestión de empresas, banca personal y clientes preferenciales.
Por lo visto, el ecuatoriano que cobra el cheque del salario mínimo con las botas llenas del yeso de la obra y el olor a sudor colgando del mono; la joven estudiante que paga su matricula en cursos que le conducirán sin más remedio a la cola del Inem; el repartidor que paga la multa de los municipales por aparcar en doble fila, ¿ dónde si no?; la pensionista que pone su cartilla al día, por si ingresaron la pensión de viudedad; el pequeño empresario que averigua si aún tiene la linea de crédito; la marroquí que con el marido al lado pregunta por qué le cargaron tanto en la cuenta del móvil; la tendera de la esquina a la que la tarjeta sangra en las cuentas; el que tiene el piso alquilado y paga la luz y el agua, manás de su escaso bienestar; el empleado de la gasolinera con los billetes del día, y el dueño del bar con el saco de monedas; la pobre ama de casa retirando cincuenta euros para apañar la cesta de la compra; el del cupón, que guarda cola en la oscuridad mientras sueña con dar un gordo y busca cambio; el pensionista inglés, que cambia la libra esterlina con lágrimas por el maldito tipo de cambio y no entiende por qué no le hablan en la lengua de Shakespeare; en fin, la gente, esa gente que mantiene el sistema y el mercado y el país, que paga sus deudas o las capea como puede, que hace sus ahorros y los guarda en la ilusión de una boda o de un coche nuevo, o la universidad de los hijos, o en el hermano o la madre o los niños que quedaron en el otro mundo, o que disfruta de su vejez al sol y al calor y al golf, esa gente, en fin, para la banca y para los políticos gobernantes sólo son números de clientes y estadísticas del C.I.S, sin carne ni alma ni conciencia. O sea.
(Después de ver en una sucursal bancaria, aguantando estoico el trato y la demora, el siguiente cartel, que reproduzco literalmente y sin ninguna broma: "PARA FACILITAR LA ATENCIÓN AL CLIENTE, EL PAGO DE RECIBOS SE HARÁ DE 8:15 A 9:45 LOS MARTES Y JUEVES DE LA PRIMERA Y TERCERA SEMANA DEL MES EN LAS VENTANILLAS 2 Y 4, ÚNICAMENTE PARA CLIENTES DE LA SUCURSAL Y EN EFECTIVO METÁLICO ", y a continuación leer las noticias sobre la reunión del señor Presidente del Gobierno con los representantes del sector bancario español y las buenas intenciones de ambos).

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