lunes, 9 de febrero de 2009

A solas con mi moleskine

Mi amigo del psiquiátrico, a quien sin su consentimiento convierto en personaje de mis posts, casi al mismo nivel que don Nicasio Pelades, desvirgador honorífico de vírgenes y de quien ya di noticias y recado, se presento el otro día, en la visita habitual que le dispenso en honor a una amistad que sus dolencias y malquerencias no han mitigado, muy ufano, con un doble regalo, que en un principio me descolocó, pero que luego me emocionó y reconfortó, pues denota que, a fuer del trato, ha llegado a comprender el estado actual de mi ánimo.



Mi amigo, haciendo uso de sus dotes para las modernas tecnologías, su sabiduría internáutica y sus habilidades para el pillaje y el corso, ha conseguido reunir en un sólo disco compacto toda la discografía de mi idolatrado poeta de Nueva Jersey Springsteen, sin que sus cuidadores hayan sospechado lo más mínimo, y por supuesto a despecho de la SGAE., -¡chúpate esa Teddy!, con perdón-. Se lo agradezco, pues ahora puedo llevar conmigo el pertrecho emocional que necesito y al que he recurrido de nuevo en estos tiempos azarosos, volviendo, musicalmente hablando, a mi juventud, por si fuera posible que la otra también volviera. Recuerdo que de joven escuché mucho al Poeta, y todavía andan por casa viejos cassettes y no menos viejos vinilos, y me precio de ser el único habitante de mi pueblo, pequeño pueblo manchego o así, que escuchó los espíritus en la noche e hizo el amor al lado del río, o quizá lo soñara, no sé. Lo cierto es que gracias a mi amigo, mi espíritu renace ahora en cualquier parte, cargado de gigas de poesía y acordes...sintiéndome vivo en cualquier circunstancia y ocasión.



El otro regalo vino envuelto en papel de estraza, y tras comprobar el primero y sus altas cotas dudaba de si mi amigo andaba con alguna de sus crisis o pretendía sin más tomarme el pelo.

Pero no, envuelta malamente, quizá por prisa o por arrepentimiento, mi amigo del psiquiátrico ha tenido a bien regalarme toda la vida y los sentimientos, y el calor y el amor, y quizá la duda y la fe, y también el dolor y el mar, y la belleza y algunas veces también la maldad, pero sin duda la esperanza y la amistad, pues todo eso me regaló mi amigo envuelto malamente, ya digo, en papel de estraza.

Porque mi amigo, ese al que otros tildan de loco, y atiborran a pastillas y electrochoques, mi amigo en fin, me regaló el otro día una moleskine. Una mitica moleskine. Una deseada moleskine. Una soñada moleskine.

En la que escribieron, pensaron y dibujaron los genios.

Por eso quiero que las primeras palabras que escriba en ella sean de agradecimiento, por llenarme las alforjas estos días azarosos y relativos con sueños e inspiraciones, y por dejarme un lugar donde plasmarlos.

(Postdata. En agradecimiento y homenaje, las ocurrencias que aquí dejaba en el cuaderno de bitácora, pasaran a titularse ahora igual que esta entrada, A solas con mi moleskine.)

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