El mundo perece por el sol naciente, golpeado por la naturaleza que ahora no es madre, ni siquiera amante. O tal vez despechada por no tratarlas como merecen, una u otra.
Y el mar, ese viejo sabio eterno y canalla, mostrando una vez más su poder, colocándonos en nuestra insignificancia y propio dimensión. Poco honor hace a su intitulación allá.
El hombre moderno colocado de nuevo ante su realidad; la historia recordando que ya antes, otros hombres y otras sabidurías habitaron el mundo, creyéndose eternos. Ilusiones.
Que nos encaminamos al desastre ya nadie lo duda. O no debiera. Pero tal vez esté bien que se nos recuerde, aunque sea dolorosamente, que nada es gratuito ni nuevo de verdad.
Escribo esto con tristeza y aún dolor. Tengo hijos. Y no estoy nada seguro de que les espera.
Yo, amortizado, aguanto fumando mi pipa y viendo volar las golondrinas, que traen piar de otras latitudes y otros lugares.
Atónito.
Y el mar, ese viejo sabio eterno y canalla, mostrando una vez más su poder, colocándonos en nuestra insignificancia y propio dimensión. Poco honor hace a su intitulación allá.
El hombre moderno colocado de nuevo ante su realidad; la historia recordando que ya antes, otros hombres y otras sabidurías habitaron el mundo, creyéndose eternos. Ilusiones.
Que nos encaminamos al desastre ya nadie lo duda. O no debiera. Pero tal vez esté bien que se nos recuerde, aunque sea dolorosamente, que nada es gratuito ni nuevo de verdad.
Escribo esto con tristeza y aún dolor. Tengo hijos. Y no estoy nada seguro de que les espera.
Yo, amortizado, aguanto fumando mi pipa y viendo volar las golondrinas, que traen piar de otras latitudes y otros lugares.
Atónito.
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