Pese al reduccionismo y simpleza que supone, y colocarme en la más absoluta estupidez, después de visitar Auschwitz y llorar en el noviembre polaco, la ira y el miedo suben a mi cabeza.
¿Han pagado ya? ¿Es lícito todavía esperar contrición? ¿Debemos, como dice mi admirado Wojtyla , no tener miedo y perdonar?.
No lo sé. Mi fé no es todavía tan grande.
Y el llanto demasiado intenso. Aún.
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