Murcia, noviembre 1994
En la madrugada compongo los versos
acompañado del poeta
y el alcohol.
A lo lejos suenan 1
guitarra
y las risas de la felicidad.
Yo me siento muerto
y no creo en la
resurrección de la carne.
La chica de pago se ha ido
dejándome vacía la cartera
y las sábanas manchadas
los versos rotos
el desvarío.
Dijo llamarse Lucinda
mulata experta 120-60-90.
Pero no podría asegurarlo.
Desde tu ausencia
no soy buen amante
ni buen fisonomista.
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