jueves, 28 de noviembre de 2013

Lecturas y 34, premonición.



Hay una cama deshecha
en la oscuridad de la habitación;
hay una botella de plástico sucio
en el suelo;
hay una jeringuilla manchada de sangre
en tu brazo;
hay una mirada ausente
en tu joven y bonito cadáver.
Te recuerdo llorando a las once de la mañana
dictándote los terribles versos.
¡Cómo eran de tristes tus madrugadas!
¡Qué fría tu cama,
qué inane tu vida,
qué terrible monotonía
qué melancolía!
¿Acaso no era mejor deambular
por el mapa de los recuerdos
por la línea precisa de los sueños
por la mojada orografía de nuestros cuerpos?















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