Sigo en la vacación estos días de
comienzo del año, regalos de Reyes y
roscón.
Apuro los minutos antes de la
vuelta al ritmo diario de labor, la monotonía de la crianza, deberes,
actividades, entretenimientos varios con
los que entretejo las horas de las hijas, los momentos del invierno.
Han pasado las fiestas, disfrute
de familia y amigos; acúmulo de kilos,
buenos propósitos, renacidos deseos,
renovadas esperanzas, soñadas aficiones y aspiraciones.
Me asomé al mar, inmutable y
ajeno a celebraciones. Inmenso en su soledad y hermosura, grandeza azul y
plomo.
Y como todos los años, me congratulé. Por él, por mí, por nosotros.
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