miércoles, 12 de noviembre de 2008

Así somos.

Contemplalos y vomita.
Que tus tripas e intestinos y vísceras reaccionen ante su vista. Contemplalos y avergüenzate; de ti y de mí, de nosotros todos. Contemplalos y odia. A ti, a mí, a todos nosotros. Eso es lo que somos, dejadez y vergüenza. Eso es lo que nos espera, dejadez y vergüenza. Contemplalos y estremecete, ¡ qué vida al final de los dias!, ¡ qué días al final de la vida!. Contemplalos y llora; como lloran ellos, como lloramos todos a través de ellos; como deberíamos llorar por ellos. Contemplalos y luego, si reunes las fuerzas y la valentía necesarias, mirales a los ojos y contemplate a ti mismo, a tus hijos cuando ellos te miren a ti y a tus padres porque no les miraste a tiempo. Tu serás como ellos y ellos fueron como tú.
Les tiemblan las manos y los brazos, rotos por artrosis y demencias, decrepitud y senilidad, pero a nosotros nos debería temblar el alma, si la poseemos. Aun dudo que seamos algo más que carne. Pero no les tiemblan los ojos, tristes y perdidos, que reflejan el dolor y la ansiedad. Y cuando esos ojos nos miran, nos acusan, a ti, a mí, a nosotros todos, porque tu, yo nosotros todos, somos culpables. Si todo esto es lo que podemos ofrecer después de una larga vida llena de sacrificio, honestidad, amor, amistad, renuncia en muchos casos de su propio bienestar en beneficio de hijos y nietos, comprensión, angustia en una época terrible...yo no quiero pertenecer a este mundo, ni llamar semejantes a mis semejantes, ni tenernos por humanos. Si sólo somos capaces de ofrecer a cambio olvido, dejadez, desprecio, hacinamiento, noches tristes, mercantilismo...somos egoístas, despreciables, injustos, inhumanos. Bestias.
No; no quiero ser hombre de sociedades que marginan, estigmatizan y olvidan a los que ya no sirven, ya no pueden ocuparse de si mismos y están fuera del mundo, aquellos cuyo pasado no significa nada a pesar de llevar adelante familias y honradez, aquellos que pensaban que ese futuro le daría como mínimo una garantía de amor con los suyos, lejos de ignominia, residencias-asilos, gobernantas y malos tratos, entre su propia sangre y conciencia.
Contemplalo y vomita, ¡ qué gente, Dios mio!.
(Despues de un programa de TV sobre asilos de ancianos)

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