domingo, 23 de noviembre de 2008

Gambeteando.

Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro.
Trilogía a la que debe tender, según muchos, la vida de un hombre. No está mal, aunque siempre preferí la enseñanza del maestro Ulpiano de vivir honradamente, no hacer daño a nadie y dar a cada cual su derecho; lo que ocurre es que esto del derecho siempre fue más complicado, a pesar de lo de iura novit curia, pero ni aún así; lo de no hacer daño a nadie exige cotas de resignación, paciencia y racionalidad poco usuales. Y la honradez hoy es no ya escasa, si no hasta excepcional, y en la vida pública qué decir.
Desechando la idea de traer más bambinos al mundo, pese a la inversión de la pirámide poblacional y el índice de natalidad por los suelos, más por una actitud puramente egoísta que vital, lo siento, confieso que poco me queda y a que no sea llenar hojas y que alguien las publique. Porque lo de plantar ya lo hice en mis tiempos mozos: recuerdo que siendo aspirante a bachiller, una profesora de Biología, doña Menchu, para sofocar su ansia ecológica, quizá porque era paisana del doctor De la Fuente, que en eso del paisanaje y la botánica y la fauna parece que los burgaleses lo lleven en la sangre, nos hizo coger los trastos, picos, azadas y demás, y en expedición, llenamos de agujeros y socavones el patio del Instituto, mal que le pesó a la Junta de Estudios y al Director, que era un cascarrabias matemático de cuidado.
A fuer de ser sincero, la verdad es que yo cabé poco, en mi habitual ejercicio de estilo, y si algún golpe de pico di fue por asegurar un poco de peloteo, que nunca viene mal, y por saberme en posesión de un de los elementos que me conducirían a un desarrollo pleno; así que en eso estamos. Además yo jamás había cogido un instrumento de aquellos, y no era, ni soy, capaz de distinguir un almendro de un álamo. o un olmo.
Siempre fui un espécimen raro de homo rural; supongo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Soledad

        Soledad. La calle solitaria acompaña mi vigilia húmeda de madrugada y deseo; te busco en todos los rostros te persigo en todos los c...