lunes, 4 de mayo de 2009

De amistad

A mi amigo del psiquiátrico, al que a ratos visito en busca de paz y sosiego en estos tiempos ociosos, forzosamente, e inclementes, le han permitido, para reforzar pastillas y electrochoques, cuidar un pequeño cachorro canino, que le alegra los días y enturbia los ojos de ilusión y esperanza. El pequeño beagle, raza temperamental y noble, se adapta como puede a las condiciones y ritmos del psiquiátrico, y a fuerza de decir la verdad, sorprende a propios y extraños con su aplicación y entusiasmo, difícil tránsito de la camada a la camaradería.

Mi amigo, que antes de la llegada del pequeño había leído media biblioteca y puede ahora añadir a sus conocimientos otros enciclopédicos sobre crianza y educación de cachorros, desarrolla un método propio para hacer del pequeño Jaco todo un ejemplo para el mundo canino; cuenta a su favor con la buena disposición genética del cachorro y su infinita paciencia. Y ahora nadie duda que culminará la educación con éxito, con algunos intervalos de micciones y cagaditas fuera de sitio y algún que otro calcetín destrozado por las pequeñas acometidas perrunas. Pero no dudo que al final el can podrá sentarse en las mesas más distinguidas y acompañar a mi amigo por todo el orbe, una vez curado de sus dolencias y achaques.

A mi amigo le sienta bien la terapia, y lo veo ahora más extrovertido y risueño, y contemplando al perrillo, la sonrisa ilumina su rostro, últimamente encanallado y taciturno por las circunstancias del país y paisanaje, que tanto afectan a su bonhomía y filantropía. El pequeño beagle a venido a tiempo para que comprendamos con él que el hálito de esperanza aún reside en las pequeñas cosas del mundo, y puede una travesura de un cachorro reconciliarnos con la vida y trascender la hediondez, tristeza e insensatez en que vivimos, antes de la lluvia ácida que nos ahogue y nos vuelva locos...

Después de varios debates en su módulo, según me confesó, y de varias noches insomnes de diccionarios y etimologías, ha decidido llamar al pequeño Jaco, acortando el latín Jacobus, en honor y castellanizado, del gran Santiago Matamoros, Patrón de las Españas. Todavía, obviamente, es mucho nombre para tan poco can, pero esperemos que al final la elección sea la adecuada; y a decir verdad, le agradezco que el nombre rotundo sea en castellano y no en su admirada parla británica, que mi amigo domina como nacido en Stratford Upo Avon - él es de la gran llanura pucelana, tierra de vid e imagineros, castellanos viejos y cereal -; en la raya casi árabe y africana en la que vivimos y pacemos, es una gratificante reconciliación con nuestras comunes raíces castellanas, él Vieja y yo Manchega, llano, vid y navaja. Y aunque el animal no sea galgo corredor y demás, le disculpo la elección de la raza británica por la elegancia y originalidad, ajena a modas y experiencias eugenésicas aplicadas últimamente con alegría y desconsideración a las razas caninas, amén de la querencia british de mi amigo.

Siempre pensé que el cuidado y atención que una sociedad presta a sus animales es sentido de civismo y civilización, y, sin dejar de pensar que son animales, la educación y saber estar de los dueños está íntimamente relacionada con la de sus mascotas, en una innegable y, a veces, sobrecogedora asimilación de los unos en los otros. Afortunadamente para mi amigo, el perrillo apunta maneras y cuando alcance la edad madura, será un buen ejemplar y mejor compañía, gracias al esfuerzo y dedicación. Hago votos por ello.

Salgo de mi ultima visita al psiquiátrico reconfortado por los progresos de mis nuevos compañeros, caudales de amistad, cariño, cuidado, atención, entrega y compromiso; conceptos quizá hoy en desuso, pero que un pequeño orejudo y tricolor nos enseña a veces.

¡Loor al pequeño Jaco y a su cuidador!

Aunque quizá salgo con un poco de envidia en el alma, sustituido a ratos en la amistad del amigo por un perrillo alegre y dicharachero. En fin.
Postdata: Haciendo uso de sus habilidades cibernéticas y descuidos de sus cuidadores, mi amigo lleva un diario de su vida con Jaco en http://mibeagle.com/ que puedes visitar, emocionándote.

1 comentario:

  1. Cuando uno lee estas líneas se da cuenta lo placentero que resulta, a los oidos y la vista un buen manejo del castellano. Una entrada preciosa, lo tiene todo, ternura, evocación a las raices, esas llanuras, “cárdenas roquedas” como decía Antonio Machado, que tanto echamos de menos, y el cariño con el que está escrito. Mi enhorabuena,Gaviero.
    PD: supongo que la hazaña de hoy de Jaco será objeto de entrada a parte, por lo escatológico del tema.

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