Y la confianza en él y en el mar, que son viejos y sabios y sabrán.
No sé si hacer caso al consejo, pues si cierto que el tiempo pone las cosas en su lugar, y dicen que todo lo cura, no siempre el lugar de las cosas es el esperado o merecido. Y el mar, en fin, ese viejo canalla se muere entre residuos y motores fuera borda.
Es contestación elegante y discreta, como corresponde, a una inquisición mía sobre la ausencia y el silencio. Y la amistad y quizá el amor.
Palabras desacostumbradas y en mal uso, la amistad y el amor. Constantemente repetidas y recitadas, vanamente. Desprovistas por incapacidad del hombre actual de significado; sólo son los ropajes en que justificamos nuestros errores y sin sentir, el envoltorio de nuestra insignificancia, la cáscara sin la cual estamos desnudos, huérfanos de comprensión ante su profundidad y misterio.”
De nuevo las palabras de don Nicasio Pelades, que vienen a mi memoria. En socorro nuestro, mitigando el desvarío de su ausencia.
Lejana ya. Pero cada día más presente. No consigo controlar los sueños.
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