martes, 13 de diciembre de 2011

Cuarta carta de amor muerto




"Bajo el diluvio pienso en usted, y quizá me lamento de días lejanos, de momentos perdidos, de sueños irrealizados.


Puedo lamentarme toda la vida, y en la noche dura, negra de la soledad y el dolor.


No servirá de nada, pero tal vez entonces la lucha merezca la pena, tras el dolor, la pérdida y la dejadez. Sólo quedará entonces el niño despojado de todo, desnudo, suyo.

Entretanto, canto con el Poeta, me escondo debajo de las mantas y estudio mi dolor; hago cruces de mis amantes, y los suyos, tiro rosas bajo la lluvia, paso el verano rezando en vano; no soy un héroe, eso está claro, pero si hay una posibilidad de que salga bien, ¿es malo el sueño? Qué podemos hacer sino dejar que el viento lleve atrás su pelo, y sonreír.

De nuevo los versos que calman mi desgracia, y me hacen soportables los días y aún las noches de mal dormir y ensoñaciones.

Hoy, gracias al celador sobornado y filántropo, (CENSURADO) o eso cree él,  recibí un mensaje suyo, y ya es día de dicha, felicidad.

¡Qué extraño poder sus palabras; qué curioso mecanismo que hace latir un corazón a kilómetros, y sonreír un alma herida, vacía!

Señora, hoy bajo el diluvio, vuelvo a sentirla y verla. Y la sueño mojada bajo la lluvia, sonriéndome, pidiéndome un abrazo y un baile, susurrándome al oído un cariño o una blasfemia, para que la ame como si hoy parieran el mundo y el mar.  

En un furor quizá salvaje y merecido.

Pero no soy un héroe, tan sólo un niño que la imagina y no consigue olvidarla."




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