viernes, 9 de diciembre de 2011

Tercera carta de amor muerto


“Todo es silencio, ahora.

             Dejo a mi lado el libro, en el que no consigo concentrarme. No está la cabeza para grandes elucubraciones, ni para excelso castellano.

            Mala elección para estas noches difíciles de aclimatación a su ausencia.

           Demasiada literatura. Esa amante esquiva que ojalá siquiera una vez me mirara y acompañara, sólo para cantarla como merece, y loarla y comprenderla para los siglos y los lectores. Pero no, la dama tan sólo me hiere, jugando con mi alma; haciéndome un lector letraherido, y un mal ayuntador de letras y sentimientos.

          Pero insisto en la pluma y el párrafo. Tengo la mejor y más hermosa de las musas, pero el poeta es escaso, y se pierde en recuerdos, se ahoga en el mar viejo; se emborracha con el jazmín, deambula por paseos infantiles, por noches de verano, y tan sólo se inspira en el Azul, que es rima difícil y a ratos imposible.
Sus ojos, su mirar, su sonrisa, su pecho breve, perfecto, soñado, su vientre que cobija el deseo de su sexo, y de mi boca y mi mordisco; su risa y aún su llanto, y sus caricias.. usted, en fin, mujer, merecería mejor rapsoda y poeta, el mejor de ellos, que la amara en sus palabras, que la meciera en sus versos, que la iluminara con su metáfora, que cantara como nadie la hembra, el sueño, la bendición, la sabiduría, la dicha, usted.
Pero yo insisto. Porque algún día, quizá una palabra, una frase, un verso mío, estará a la altura que le corresponde.

            En la noche, suenan a lo lejos las canciones de algún bar donde los turistas insisten en sus últimos momentos, tras la lluvia. Alguien camina solitario por la calle, camino del descanso; dos amantes ríen a escondidas, cogidos de la mano, prometiéndose pasión, en dirección al catre o a la playa, un perro ladra a las gaviotas que regresan al mar...

           Pero para mí, todo es silencio, rezo, súplica.

Quiero soñar de nuevo con usted, aun sin literatura.”

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