martes, 8 de mayo de 2012

Dialogo y 1


Tenía prisa por llegar al trabajo. Las niñas me habían retrasado lo suficiente durante el desayuno como para que ahora corriera a coger un taxi, con la cartera del proyecto inmisericorde colgada del cuello y el sudor por mi espalda. El día empezaba mal.

 En la marquesina de la parada, a la que llegué exhausto, me sorprendió ver a Cristino, un compañero del instituto. Lo reconocí pese a los años pasados, la mala impresión que causaba su delgadez, las ropas que llevaba, sucias, descoloridas y viejas.

–Que passsa, colega, ¿tú eres Enrique, no?

–Hola, buenos días -acerté a responder. -¿Y tú eres Cristino, verdad?

Dabute, colega, que te acuerdes; yo también me recuerdo de ti de la época del colegio.

        Habla con una voz nasal profunda, que sorprende en tan delgado cuerpo, mostrando una dentadura amarillenta a la que le faltan varios dientes, y que me provoca un rechazo instantáneo. Y lo dice con la jerga anticuada de la movida madrileña, en la que debió encallar.

–Ah, pues qué bien; después de tantos años es grato que le recuerden a uno –le dije.

–Pues sí, tronco. Te esperaba para pedirte un favorcito. Es que ando tieso, sin curro y un poco justo de pasta. Como te vi en la tele el otro día y salía tu barrio y tal, me vine para ver si me ayudas. Muy majo, el barrio, y muy guapas tus nenas...

–Sí, vivo aquí cerca –dije maldiciendo por dentro el reportaje de presentación de la Urbanización-Normalmente no uso el taxi. pero hoy no sé qué le ha pasado al coche.

–Pues nada, colega, se te habrá estropeado la juntaculata o el carburador, je, je -de nuevo la risa desdentada. -No tendrías que dejarlo en la calle, con el chabolo tan majo que gastas.

–No sé cómo podría ayudarte –añadí.-Quizá si te pones en contacto con mi empresa…

Tranqui, colega, es por no molestar. Y trabajo no quiero. Ya ves cómo estoy. Una ayudita para pasar la semana y no tener que pedir por el barrio, ¿sabes, tío?

–Comprendo –respondí sacando la cartera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Soledad

        Soledad. La calle solitaria acompaña mi vigilia húmeda de madrugada y deseo; te busco en todos los rostros te persigo en todos los c...