martes, 11 de septiembre de 2012

Cuando Springsteen era dios


El otro día, conduciendo de vuelta a casa por la llanura manchega, cuasimurciana ya, escuchaba al Poeta cantar.

You say you´re tired and you just want to close your eyes and follow your dreams down. We made a promise we swore wed always remember.”


Siempre tuve claro que las letras del poeta son apropiadas a la soledad de la carretera.
Un viejo amigo decía que nada mejor que conducir escuchándolo; y él debía saber inconscientemente de qué hablaba pues acabó de taxista en el ciudad Condal, después de descarriarse por aulas y  minifaldas. Yo añadía que también sería igual de apropiado para el momento del orgasmo, y nos retábamos infantilmente a comprobar cual aseveración era más cierta.

Pero por aquel entonces no teníamos automóvil, y las chicas no aceptaron nunca el amor estruendoso y poético que les ofrecíamos.

El dejó estudios y apuestas.

Y yo algunas veces conduzco en la noche mientras suenan las viejas canciones.

Las lágrimas inundan entonces los ojos y los recuerdos.


Con el  autorradio a todo volumen.

“No retreat, believe me, no surrender”.

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