miércoles, 29 de enero de 2014

Apuntes del natural y 4.

IX.

Vuelvo cada día a mi bar de todas las esquinas, atraído no se bien por qué. La monotonía de las costumbres es pesada, insoslayable, inevitable.
¿Qué es lo que me lleva al mar?
¿Qué razón o culpa me conduce a la soledad del café?
¿Qué angustia me impide llenar los folios en blanco más que con sueños irreales, con inconfesables deseos, con inacabados anhelos, con realidades imposibles?
Cumplo los años y sigo siendo el niño que sueña con ser hombre, el  hombre que aspira a ser poeta, el poeta que quiere componer versos ágiles y precisos, cantando algo más hermoso que su mínima historia.
¿Qué es lo que me conduce al mar?



X.
La camarera de mi nuevo bar de todas las esquinas habla de suerte, de plenos al quince, loterías premiadas  y cupones afortunados, sin saber que la suerte es labrar la propia iniciativa, el cumplir los sueños aunque sean pocos e incompletos, mirar la mar, leer  un poema bajo las estrellas, reír en una conversación de amigos, mirar volar a las gaviotas.


XI.
El borracho de mi bar de todas las esquinas, que también lo hay en todos ellos, mendiga un cigarrillo mesa a mesa. Ríe estúpidamente y masculla peticiones que son poco atendidas; no está el ánimo para aguantar ciertos comentarios, contemplar algunas visiones.
Yo le alargo unas monedas y le invito a su última cerveza de la tarde, que quizá sea la primera que le conduzca a dormir plácidamente en los bancos del paseo marítimo o donde termine sus jornadas alcohólicas y excesivas.
En fin.




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