I.
La vida sigue salvaje para los que tienen escasos bagajes, y
menos razones.
El pobre sigue empobreciéndose, la chica de la esquina
malvendiendo su cuerpo y su esperanza
y el asalariado esclavizado por la nómina mínima.
Yo sigo asido al mástil
del viejo velero
tratando de no naufragar
cuidando su derrotero
guiado solo por las estrellas y la luna.
II.
Acabo mi moleskine
y empiezo una nueva
que espera versos preciosos
palabras dignas
voces preclaras.
Tendrá que conformarse con acompañarme
fiel y escudera
en el deambular de mi vida.
Recibiendo ocurrencias que las más de las veces serán solo
para ella,
perdidas en sus hojas rayadas y aterciopeladas
leídas sólo por mi o por los herederos que, a mi muerte,
quizá la encuentren.
Y suponiendo que sean capaces de descifrar la extraña
caligrafía mía,
el lento y mínimo desgranar de mis pensamientos, mis sueños
despiertos
los raros versos, las pequeñas palabras, los ocultos
sentimientos.
III.
Me has condenado al silencio y a la ignorancia
ajeno a tus horas de lady in red
poco merecedor de tus cosas
dejado de ti solo en el pensamiento
la memoria y el deseo.
Es ley de vida.
La común historia de cuatro días,
cuatro horas
cuatro lechos.
Eras la mujer soñada vestida de rojo y fuego.
Y en el sueño yo era el hombre que mereces
el hombre que quizá deseas
el hombre que quizá anheles
en la otra vida.
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