Las cumbres, como el corazón
heladas y distantes
inaccesibles
alpinas.
Las contemplo asombrado de su belleza y peligro
metáfora pétrea de ti.
Fracasé en hollarte, cima perseguida y soñada,
pensé que no siendo Edmund ni Torgay,
ni mil como ellos,
mi fracaso era tan sólo prueba de tu valía,
testimonio de tu dureza,
mas, sintiéndote en mi pupila, mirándote a lo lejos,
febrilmente,
me pregunto el por qué me despeñaste,
la razón de la mentira, a quién dejarás culminar la ascensión.
Uuummm siempre superando tu imaginacion...te admiro señor.Gaviero.
ResponderEliminar¡Vaya!
ResponderEliminarMuchísimas gracias -sonrojo-; imaginación hay, desde luego. Falta a ratos la destreza y la sapiencia para plasmarla, pero se intenta. Y se insiste. Quizá algún día un verso...