jueves, 5 de junio de 2014

La casa

En la casa donde moriré
hay dos cipreses altos y esbeltos,
tan surtidores de sombras enhiestos como aquél;
un olivo de paz y bienvenida,
un limonero pequeño y poético
y una palmera mora y mediterránea.
Sus paredes son blancas y azules
-¿es posible otro color?-,
se divisa el viejo mar
y la montaña desértica
donde anidan las gaviotas y los vencejos.
En los días de temporal y levante
ese viento de leyenda,
rugen las olas
huele a yodo y sal
y en las noches estrelladas
el perfume del jazmín inunda las estancias y la vida.
La he comprado,
hipotecando trabajo y alcancía,
enamorado
y en ella vivo, sueño, moriré.



2 comentarios:

  1. Azul tenía que ser...

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  2. Si...es mi color y mi rima. Difícil, a ratos imposible, pero muy mio.
    El color y la rima.

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