Susurran las sirenas llamándonos lascivas
navegando en el viejo mar
con promesas de paraísos, caricias y felicidad
tan reales y hermosas como islas de corales
desnudas, rosados pechos opulentos, cabelleras de fuego
y sus vientres mojados hogares soñados
descanso y perdición del marinero,
tumbas de capitanes intrépidos.
Cantan canciones en lenguas extrañas
antiguas melodías, ritmos viejos y sensuales
oídos en los siglos y la historia
por hombres desesperados buscando su Ítaca.
“¡Venid, hermoso capitán,
huríes tuyas seremos,
tus deseos reales serán
tus fantasías,
realidad!
¡Venid y tocad, la
piel mojada
los labios de fruta,
el sexo ardiente!
¡Oid el suspiro! ¡abrazad
la mar!”
“¡No!”
Pecho al viento, trueno en la voz,
en la jarcia, firme
“no soy un héroe
pero tengo Penélope que
soñar
y me espera urdiendo
para Laertes en mi hogar”.
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