El humo de la ciudad
crece
envuelve todo como mortaja
blanca
las calles, los parques, las
gentes.
En algún lugar hay un
incendio
rojo
devorándolo todo como bomba
nuclear.
Todos somos espectros
blanquísimos
y muertos
pese a las risas, las
cópulas, las transacciones;
muertos en vida
perdida humanidad.
¿Dónde el hombre?
¿Dónde el Dios?
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