viernes, 27 de septiembre de 2013

Lecturas y 29, somnolencia

Descansa azul

Sueña y alégrame.

Ese es tu poder

yo tu más fiel

rendido admirador.

Me tumbaré a tu lado

mirando la incredulidad de tu belleza

sintiéndome niño y héroe y milagro.

Seguiré el contorno de tu cuerpo

trazando las líneas del deseo

y el cobijo

para sentir la vida y tu presencia.

Soy yo y eres tú y es

la mar.


Somos nosotros.  Nada más.



miércoles, 11 de septiembre de 2013

Lecturas y 28, Darkness on the edge of my bed

                          Murcia,  noviembre 1994


En la madrugada compongo los versos

acompañado del  poeta y el alcohol.

A lo lejos suenan  1 guitarra

y las risas de la felicidad.

Yo me siento muerto

y  no creo en la resurrección de la carne.

La chica de pago se ha ido

dejándome vacía la cartera

y  las sábanas manchadas

los versos rotos

el desvarío.

Dijo llamarse Lucinda

mulata experta 120-60-90.

Pero no podría asegurarlo.

Desde tu ausencia

no soy buen amante

ni buen fisonomista.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Propósito de enmienda

He recibido de las escasas lectoras de estas palabras mías –presumo, primera y segunda acepción, que son lectoras en su mayoría- la invitación a retomar la mínima costumbre de dejarlas por aquí, para lectura libre y desigual. Es su deseo que tenga más rapidez en parirlas, y más predisposición para publicarlas.

Vicisitudes de todo tipo me han mantenido alejado de la gavia,  abandonados los escritos más que anónimos, ausentes, y desierta mi querida moleskine. Seco de inspiración, ajado de letras, huérfano, o viudo o ex, de la musa.  Y confieso negro sobre blanco que busqué, más no hallé.

Algunos lectores me han acusado de ser difícil y oscuro; otros de fácil y previsible, los más de ingenuo; los menos leen con atención, pocos comprenden.

Mentiría si no esperara que estas ocurrencias mías, los pequeños y mínimos poemas, las vivencias escasas, las noticias de las que soy inesperado depositario, fueran leídas, valoradas, compartidas. No fue esa mi intención primigenia. Pero me alegraría que al menos un verso, una frase, una idea, iluminara la cara  y traspasara el alma de un lector,  aun único.

Entonces todo tendría su sentido y cobraría valor lo que, mal que bien, llevamos al folio en blanco.

Aunque no fuese esa la intención primera. Que la hubo.

Pero eso queda entre ese lector y el que suscribe.


¿Eres tú, lector, ese al que busco?

lunes, 8 de abril de 2013

Varia. Haikus. Tristeza y 2


Canta el poeta.
En silencio la noche.
Inmortales palabras.


Una lágrima
moja tu rostro encendido.
Confesión silente.

Tus ojos de mar
sonríen en el orgasmo.
Maldita imaginación.

Espirales de humo;
versos emborronados.
Tarde de invierno.



II.

Era mi amigo
el que te tenía entre sus brazos
alimentando con imágenes
mis muertos veranos rotos.

La imaginación adolescente
te veía sonreír gozando;
tu cuerpo de mujer mojado
recorrido por otras manos
besado por otros labios
por otra boca mordido.

Pero fui yo quién te soñó
en la mar
en el verso
en el orgasmo.

martes, 2 de abril de 2013

Varia. Tristeza


I.

Día frío
ventoso;
Ruge el  viento
y tu ausencia
recuerda la lejanía
del estío.
Me sorprendo
caminando las calles
acompañando la tristeza
y la soledad.
Prefiriéndolas.
¡Qué extraña
necesidad
de ti,
que me empuja
al vacío
al invierno
al dolor!


II.
La televisión golpea
con sus misivas estridentes y lejanas.
La niña juega a mi lado;
el viento gime el invierno
lugares comunes para el sueño.
Deseos inconclusos
insatisfechos
febriles.
Presentes en el alma y el café.
Tristes clientes
que aman la soledad,
las curvas de la camarera.
Humo de cigarros clandestinos
en el bar de todas las esquinas.

sábado, 23 de febrero de 2013

Bendito sea Dios y sus ángeles y arcángeles. Amén.

Al fin he parido esta historia que se me había atragantado y no se me ocurre otra cosa que comenzarla agradeciendo. Y como desde que el genio manco nos privó a todos de las mejores lineas que encabezando pueden convertir una historia en obra maestra, no que más remedio que hacer lo que se pueda y encomendarse. Quien sea o quien no, importa poco a efectos de los que sigue, imagínese el que en buenahora lea lo que quiera; lo que si es cierto es que he tenido conocimiento por mí y cuento de vista y de sapiencia, y no de oído. He dicho.

A lo largo de mi vida, ya larga e intensa por mor de los años que nos tocó vivir, compañero, siempre trabé conocimiento, amistad y compadreo con múltiples personajes, insólitos y extraños muchos, nauseabundos los menos, curiosos todos, pero ninguno como aquel que conocí cuando ya era ídolo caído y casi nadie hacia caso de él, vestigio de un pasado de otra vida, de otras especies y de otra forma de ser en este mundo que nos hiere y nos arremete sin que nos demos cuenta.

Al principio ni yo mismo daba crédito a lo que contaba, pero con el tiempo llegué a creer que todo lo que dijo de su vida y andanzas por el terreno patrio, aventuras como sacadas de novelas del Siglo de Oro, era cierto, como si don Nicasio fuera un personaje de Lope o de Quevedo, batiendose a diestro y siniestro, saliendo escamada de alcobas y lupanares, que él tan bien conocía.

La posguerra española fue dura. Muy dura; pues ya se sabe que de todas las guerras, la peor es la que sigue al armisticio y al silencio de los cañones. Y peor aún si esos cañones tronaban contra hermanos y compatriotas, porque entonces de nada sirve la paz, ya que el rencor y el odio se alimentan día a día con la convivencia de los vencidos y vencedores: los unas tratan de acabar definitivamente en la paz lo que casi consiguieron con las armas y los otros sólo esperan su oportunidad de muerte. Triste sino para los que viven una postguerra fraticida. Muchos de los que sintieron aquellos tiempos de penumbra y necesidad hubieran preferido que les descerrajan un tiro en Guadarrama o Belchite, y al menos sus viudas, hijos y parientes llevarían a orgullo su pasado heroico y su recuerdo de medallas al Mérito y demás con que premian a los que dan su vida para que otros lleven la gloria. Así no tendrían que preocuparse de llenar estómagos y acallar voces, hambrientos y exigentes cuando la necesidad aprieta.

Aquellos tiempos inclementes pusieron a prueba a muchos españolitos de a pie, de uno y otro bando, pues el hambre no distiguió ideologias cuando el país estaba despanzurrado y las ayudas extranjeras tardaban en llegar y escaseaban, que en eso si se les hizo tarde y no en venir a a colaborar en matarnos los unos a los otros; y surgieron infinidad de picaros y desarrapados que se las ingeniaban para llevarse algo a la boca, inventores de cacharros y trabajos extraordinarios, continuadores de aquellos héroes legendarios

jueves, 21 de febrero de 2013

Poemas para los días de agosto. Versos para los días de agosto-revisited-




I.

Te he amado
al fin
en la mar de los romanos.
Besé tu vientre
y con Ulises
encontré mi casa.
Resultó ser la orilla de una playa
y comprendí
que el hogar del héroe
es su amada.


II.

Te amaba torpe e inseguro
atenazado por el mar, el pudor y el bikini.
Te daba miles de besos
alojado en tu boca y en tus pechos.
Te deseaba creciendo mi  hombría
entre risas y jadeos olvidados.
Tus formas de mujer
escapaban entre mis inexpertas manos.
Te pido perdón.
Pero tengo excusa: pensé que sólo serían sueños.


III.

La felicidad era esto
mi boca en tu vientre
el susurro del mar
palabras en lengua extranjera
tus labios salados
y el eterno azul de tu mirar.
Llorar como un niño
siete días de agosto
en la orilla de la mar.


IV.

Tus palabras me vienen susurradas
por el mar y sus olas.
Las escucho con atención.
Soy el alumno aplicado
el aventajado de tu amor.

v.

Toda mi vida sentí
que como la rosa era tu amor
sangre roja perfumada
y espina.
Hoy sé que es  jazmín
blanco perfume tu sabor.
Y vuelvo a él
en el sueño de agosto
mutando el dolor en vida.




Una versión de este poema ha ganado el 2º Premio del II Concurso de Poesía de Amor del Ayuntamiento de Mazarrón. Esta es:





Versos para los días de agosto  -revisited-


I.

Te he amado
al fin
en la mar de los romanos.
Besé tu vientre
y con Ulises
encontré mi casa.
Resultó ser la orilla de una playa
y comprendí
que el hogar del héroe
es su amada.


II.

Toda mi vida sentí
que como la rosa era tu amor
sangre roja perfumada
y espina.
Hoy sé que es  jazmín
blanco perfume tu sabor.
Y vuelvo a él
en el sueño de agosto
mutando el dolor en vida.


III.

La felicidad era esto
mi boca en tu vientre
el susurro del mar
palabras mecidas por el viento
tus labios salados
y la eternidad de tu mirar.
Llorar como un niño
siete días de agosto

Soledad

        Soledad. La calle solitaria acompaña mi vigilia húmeda de madrugada y deseo; te busco en todos los rostros te persigo en todos los c...