lunes, 16 de mayo de 2016

Pequeña carta


Otra pequeña muestra de la personalidad de don Nicasio, otra prueba más de su locura/cordura, otro vestigio de su profundo amor, doloroso amor, puro amor, que le acompañó toda su vida. 

Esta vez, y con gran sorpresa para mi, perfectamente situada en el tiempo, pues es de las pocas que conserva la fecha del franqueo sin género de dudas. Pero por la misma razón, y dada la biografía que conozco -conocemos-, difícil de aceptar: ya estaba en su mente y en su alma desarrollándose a pasos agigantados la irrealidad y nebulosa en que al final se convirtió su vida; la interior al menos, que es la que a él realmente le importó. 

“Señora

¡Qué pena no verla en mi recalada en la vieja ciudad, que recorrí los momentos que dejaron libre las obligaciones del barco, abarloado en el puerto comercial, ese que también conozco de arribos y escalas!

Quise pensar, o soñar, que estaría usted esperándome, como novia entregada y dispuesta, entre nervios,  ropa elegante y perfume, sonriéndome desde el viejo pantalán, para recibirme con el abrazo y el beso…

Pero sueños eran, irreales. No sé cuánto tiempo hace que marchó usted, y si andará con obligaciones matrimoniales, laborales y quizá maternales. Otro puerto más, otra navegación más, otro sueño más.

Tan sólo el vacío me esperaba al descender la pasarela; fueron la soledad y el hastío los que me acompañaron las horas que deambulé recorriendo la parte vieja; las bulliciosas plazas, los cafés rebosantes y alegres, las mesas suculentas, las provocativas mujeres de las calles prohibidas, en fin toda la ciudad de que dispuse como conquistador y dueño, en las que exhibí casi todos los pecados capitales, gula, avaricia, lujuria e ira, no dejaron al final en mi alma más que un regusto amargo de bilis, de derrota, cuando, en las horas inciertas de la madrugada, lleno de alcoholes y deseos, me arrastré al viejo hotel donde la conocí.

Otra noche más en su ausencia, no mitigada, no controlada, no comprendida.

A la mañana siguiente, un par de librerías de viejo para llenar el saco de historias y redenciones, y una visita a la Joyería Bagués; se alegraron de verme –siempre fui buen cliente, de pago rápido, encargos precisos, silencios necesarios- y donde, con rabia y decisión, mandé fundir el collar de viejo oro que compré allá en Filipinas para usted; una parte adorna ya mi oreja con otro aro más, y el resto quedó entregado para obras de caridad, por mi alma o lo que quede de ella. Siempre que vuelvo a nuestras ciudades, o que debieron serlo, por costumbre o locura, le llevo un presente puro y bello, como mi amor por usted antes de todo.

Le escribo de nuevo –no pude resistir sin hacerlo, es lo único que me hace bien- mientras contemplo  desde el puente, a babor y a estribor, las pesadas murallas de San Elmo y San Ángelo, custodios pétreos de nuestro puerto de arribo, La Valeta.

Cuídese

N.”

martes, 10 de mayo de 2016

Terra ignota

Desapareces
como flor en el invierno
y marchas  con el viento
dejando sólo las preces.
No te encuentro
y me maldigo a veces
y lloro, ¡tantas veces!
y demasiado peno.





jueves, 28 de abril de 2016

Con la venia

Sólo le pido al calendario
o al mismo Dios,
un día, o dos,
para vivirlos a tu lado.
Una pequeña ciudad con calles empedradas
que desemboquen en la mar
paseantes anónimos tu y yo
y un beso en cada rincón.
Una habitación, luego, llena de versos
sueños y pasión.
Dos amantes ya no desconocidos;
eso es lo que pido, sólo eso.



sábado, 23 de abril de 2016

Lejanía metafórica

Lejos
me marcho.

Donde no habiten los sueños y los anhelos.

Lejos, allá lejos,
metafóricamente hablando
-hay labores, hay deberes, hay hipotecas-
porque metafóricamente también,
bien lo siento,
vivo en tu abrazo y tu cálido cuerpo.

Me marcho
lejos.


jueves, 21 de abril de 2016

Otra carta

Otra vieja misiva, rescatada del legajo.
Sin fecha, con pocas pistas sobre la época en que fue escrita y enviada –consta el franqueo en la Estación Naval de Manila, Servicio Postal Republica ng Pilipinas- pero que un estudio de la biografía de la amada quizá pudiera datar con precisión.
Pero no tengo aún los medios ni el tiempo para tales pesquisas, postergadas para el momento en que se estudie con detalle y publique todo el caso; siempre que los quehaceres, la paciencia y el peculio lo permitan, lo cual empiezo a dudar por la cantidad, diversidad y estado de los documentos, amén de las dificultades del tiempo transcurrido y los permisos necesarios para ahondar en la vida de los protagonistas, alguno de cuyos herederos aún vive; pocas muestras de colaboración mostraron cuando les inquirí sobre ciertos aspectos...


“Señora

El mundo, parte de él, el suyo, parece derrumbarse. Pero será pasajero. Renacerá.

Me llegan malas noticias desde su tierra de acogida. Quizá,  debido al tiempo y la distancia,  se encuentren ya superados los problemas; y olvidados. Si no es así, mis votos junto a los de la mar están con usted. Esa mar que  la ama y la conoce de tanto como yo, a su lado, la canto y la admiro y la quiero, susurrándole su nombre, versando su cuerpo, el equilibrio de sus sentidos, el pasmo de su mirada que compite en hermosura y azul con él mismo,  la eterna dimensión y exactitud de su belleza, intemporal, increíble, regia, superlativa.

En ocasiones así, ¡cómo siento que mi vida y la suya caminen separadas tanto tiempo! ¡Cómo desearía poder cuidarla y dedicarme hasta la extenuación a su bienestar y al de los suyos, que quizá no fueran míos pero así los consideraría! ¡Cómo odio los kilómetros y las horas, los días, los años, que nos separaron! ¿Por qué quiso Dios que no la tuviera? ¿Qué demérito –aparte de todos- pesó más que mi admiración, mi devoción, mi lealtad, mi entrega, mi amor incondicional? He recorrido los mares y los océanos en busca de una respuesta que jamás llegó.

Pero no está bien hablar de mi cuando es usted la afligida, sobre la que pesa la incertidumbre, la duda, la sombra…

Pídame usted lo que quiera, la última gota de mi sangre, el último resuello de mi esfuerzo, la última moneda de mi patrimonio…

…o incluso, mándeme callar para siempre, impóngame si no el olvido –imposible es-  la incomunicación –siquiera ésta epistolar, unidireccional y quizá inconclusa-; la obedecería ciegamente; maldiciendo cielo y tierra, ahogándome aún más, pero la obedecería. Como soldado a su capitán, como oveja a su pastor, como enfermo a su médico, como amado a su amada.


Sigo suyo, siempre, más.
N.”





martes, 19 de abril de 2016

Romper el cristal

La luz de la mañana inunda la estancia
como risa de niño en día de epifanía;
atrás quedó la noche y la pérdida,
restañada por completo la herida
y calmada el alma.
Con elegancia, hágase el silencio
y la distancia;
rómpase el espejo de Alicia
y córtense las cabezas –metafóricamente-.




martes, 12 de abril de 2016

Tropiezos

Hay piedras en el camino
muchas
tantas como gotas en la mar
pero sigo recorriéndolo
audaz
aún a riesgo de tropezar
como resignado marinero.
Caer
y volver al camino;
ese es el pequeño poder
y el sino.




Soledad

        Soledad. La calle solitaria acompaña mi vigilia húmeda de madrugada y deseo; te busco en todos los rostros te persigo en todos los c...