martes, 18 de agosto de 2009

Ser Jacopo Modica

Una serie de entradas dedicadas a mis pipas, esas compañeras que últimamente me acompañan en casi todos los momentos de mi vida, y a despecho de las autoridades sanitarias y "cuasimorales" que incluso se atreven a decirnos cómo o cuándo o hasta con quién debemos gozar o morir o intentarlo.
En fin, la afición al noble arte de la pipa, que me cogió ya mayor pero que espero no me abandone, y en homenaje a mis compañeras, las dejaré por aquí, para mostrarlas al mundo y dedicarles algunas palabras e inspiraciones, por entretenimiento y agradecimiento, y por extensión de ellas, a mis compañeros pipafumadores, empezando por los del Club de Albacete Pipalba, y a todos allende fronteras y océanos.




Otra de las reinas de mi harén, por ahora. Rotunda y robusta, y con una capa de brezo magnifico, esta Ser Jacopo me calienta las noches y me acompaña en lecturas y películas, cuando todos duermen y es hora de placeres quizá egoístas e individuales...a los que su compañía acrecienta y engrandece.


Todavía no está demasiado tiempo conmigo, y suelo reservarla en casa para momentos especiales, o cuando quiero disponer de un buen rato sin preocuparme de recargas y elecciones. Cargo un buen tabaco, preferiblemente fuerte, tipo 1792 de Samuel Gawit, o una mezcla que me trajeron de Nueva York llamada Caballo de Guerra, Warhorse de la casa DelaConcha, que guardo como oro en paño, y a disfrutar dos horas seguidas sin demasiados problemas, o al menos ahuyentandolos.


Pipa de dimensiones generosas, y algo pesada para llevarla en la boca, perfecta sin embargo como pipa de casa, como digo, y con un acabado digno de su estirpe, simplemente perfecto -aunque no es una de las grandes, y caras, series de la marca, las Módica son perfectas en mi opinión para adentrarse en el mundo elegante, sofisticado y seductor de los artesanos italianos, que reinterpretan las formas clásicas un tanto a su libre albedrío, un poco irrespetuosos y heterodoxamente, pero siempre con primor y con finales airosos-. Y esta mía no es una excepción, pues su forma Bent Apple, es sin embargo voluptuosa y provocativa, rotunda, que no esconde para lo que nació y que lo muestra sin reparo y tapujos, como incitando a la fumada directamente, para que no te engañes ni titubees a la hora de la elección, diciéndote bien a las claras cual será su respuesta, y tu placer.


Fue un regalo de mi mujer, que sabía de mi búsqueda de una pipa para casa, para mis momentos de lectura y -a la espera de las Chuchwarden-, sabedora de mis gustos clásicos, se atrevió con ésta por sus redondeces y tamaño; en un principio me descolocó su elección, pues en fotografía no parecía tan rotunda como sus dimensiones y medidas indicaban, pero una vez en casa, superó mis ilusiones, y le alabé el gusto y la compra, obviamente.


Inscripción: Ser Jacopo Modica. Fatta a mano.
Tipo: Bent Apple lisa marrón.
Valoración personal:7,5/10







Martín 1961

Una serie de entradas dedicadas a mis pipas, esas compañeras que últimamente me acompañan en casi todos los momentos de mi vida, y a despecho de las autoridades sanitarias y "cuasimorales" que incluso se atreven a decirnos cómo o cuándo o hasta con quién debemos gozar o morir o intentarlo.

En fin, la afición al noble arte de la pipa, que me cogió ya mayor pero que espero no me abandone, y en homenaje a mis compañeras, las dejaré por aquí, para mostrarlas al mundo y dedicarles algunas palabras e inspiraciones, por entretenimiento y agradecimiento, y por extensión de ellas, a mis compañeros pipafumadores, empezando por los del Club de Albacete Pipalba, y a todos allende fronteras y océanos.




Una clásica interpretada por las primorosas manos de R. Martín, el artesano de Valencia que nos permite tener pipas de lujo a precio razonable, y cuasi artesanales por mimo y acabados.

Una billiard con todas las de la ley -y con plata de ídem en precioso anillo que llama la atención de todos cuantos me ven fumarla-. Y el brezo, ¡qué decir!, un lujo de curación y dureza, que transmite en la mano esa sensación de lo bien hecho, ligera a pesar de sus dimensiones, y preparada para todos los terrenos y todos los tabacos.
Una de mis primeras pipas, que encargué a Tres Forques -junto a una Jensen y la Viprati- antes incluso de haber fumado en pipa, y que me enamoró en fotografía y me entusiasmo en la mano. Es una de las que más he tardado en estrenar, por miedo a que mis inexpertas manos la estropearan, pero que una vez medio dominada, me da fumadas auténticamente placenteras y duraderas; suelo incluso llevarla de viaje conmigo, pues por forma y acabados, es pipa casi de lujo...y no desmerece en ningún momento y ocasión.
Se ha portado extraordinariamente bien con todo tipo de tabaco, aunque, ahora que el número de pipas me lo permite, la tengo reservada a mis queridos latakiados, pues por capacidad del hornillo me permite cargas de casi corrida de toros o largometraje superproducción, despreocupándome de recargas o de elecciones de tabaco por largo tiempo.

En su comienzo, como tengo entendido de todas las Martín, me costó un poco domeñarla y que extrajera el sabor de las labores sin mezcla y sin aroma de la madera, pero tras tres o cuatro cargas, siempre me permite disfrutar el sabor del tabaco tal cual, sin añadidos ni alteraciones.
Inscripción: Martín 1961. Tres Hojas
Tipo: Billiard lisa marrón.
Valoración personal: 8/10












lunes, 17 de agosto de 2009

Des-amor


Cuando se rompe el amor...
Y de nuevo la oscuridad, y la náusea, y la nada; y el vacío, y la tristeza y hasta la desidia; y otra vez el silencio, y el vacío y el miedo; el miedo al silencio y al vacío, y a la tristeza y hasta la desidia; el miedo del invierno tras el cual tal vez ya no vea el azul y el sol y el mar...
y de nuevo la soledad, y el odio, y la envidia, y el corazón que me abrasa, y las entrañas que me empujan al abismo cuando pienso en ti; y otra vez el recuerdo, y la locura, y la certeza de que es posible la felicidad pues la toqué una tarde... hoy olvidada y remota;
y de nuevo la vana existencia, y la mediocridad y la injusticia, y el frío de los muertos, y mi alma sepultada en el recuerdo y en la hediondez de la vida sin azules y sin sonrisas...
Y de nuevo el gris y la monotonía, y la lluvia ácida y marrón; y la miseria y la insensatez, el tiempo detenido y quizá la muerte cierta y sincera, y la sonrisa de los suicidas y la mirada de los asesinos...
Y el deseo truncado e insatisfecho, y el dolor y la rabia, y el orgasmo solitario y febril, y la sonrisa de la parca, meretriz y proxeneta de los delirios, fétidos e inclementes y mercantiles y quizá aún enfermos...


cuando se rompe el amor...

lunes, 29 de junio de 2009

Viprati

Una serie de entradas dedicadas a mis pipas, esas compañeras que últimamente me acompañan en casi todos los momentos de mi vida, y a despecho de las autoridades sanitarias y "cuasimorales" que incluso se atreven a decirnos cómo o cuándo o hasta con quién debemos gozar o morir o intentarlo.

En fin, la afición al noble arte de la pipa, que me cogió ya mayor pero que espero no me abandone, y en homenaje a mis compañeras, las dejaré por aquí, para mostrarlas al mundo y dedicarles algunas palabras e inspiraciones, por entretenimiento y agradecimiento, y por extensión de ellas, a mis compañeros pipafumadores, empezando por los del Club de Albacete Pipalba, y a todos allende fronteras y océanos.


He aquí la reina de mi harén, por precio y por presencia. Toda una italiana de formas sinuosas y sugerentes, con una preciosa llama y un "derriere" increíble de ojo de perdiz. Es todavía, de todas mis pipas, la que más respeto me despierta, y a pesar de que lleva conmigo ya casi dos años -mi tiempo piperil completo, pues la adquirí por enamoramiento nada más debutar en la afición o arte-, la he fumado muy poco. Quizá estoy esperando a ser un fumador más experto, pues comprendo que una dama como ella requiere mayores experiencias y manos más expertas, para que muestre todo su potencial fumador; en todo caso, en las pocas ocasiones que comparto con ella noche estrellada mediterránea, fuma de maravilla, y me deja atisbar cuales serán los momentos que me esperan, a poco que siga mejorando mis habilidades piperiles.

Es una pipa todavía clásica en sus formas, pero con ese toque un poco esnob y modernista que los italianos dan a sus creaciones, o al menos eso me parece a mi, pues siendo una Vulcano, por la sutileza de la curvatura de la boquilla y el hornillo alargado y en parte rusticado, le confieren un aire elegante y sofisticado.

Inscripción:L.Viprati. La Classica
Tipo: Vulcano, muy sutil,parcialmente rusticada marrón.
Valoración personal:8/10

martes, 23 de junio de 2009

Jensen

Una serie de entradas dedicadas a mis pipas, esas compañeras que últimamente me acompañan en casi todos los momentos de mi vida, y a despecho de las autoridades sanitarias y "cuasimorales" que incluso se atreven a decirnos cómo o cuándo o hasta con quién debemos gozar o morir o intentarlo.

En fin, la afición al noble arte de la pipa, que me cogió ya mayor pero que espero no me abandone, y en homenaje a mis compañeras, las dejaré por aquí, para mostrarlas al mundo y dedicarles algunas palabras e inspiraciones, por entretenimiento y agradecimiento, y por extensión de ellas, a mis compañeros pipafumadores, empezando por los del Club de Albacete Pipalba, y a todos allende fronteras y océanos.


He aquí una clásica, que no debe faltar en cualquier pipero que se precie. Una Billiard con todas las de la ley, estilizada y elegante. Pipa cuasi de entreacto, por tamaño, o de viaje, por comodidad, que me acompaña en todos mis desplazamientos.


Fue la primera pipa que adquirí, y me ha acompañado desde entonces a todos mis viajes en estos últimos años. Pipa viajera y cosmopolita, que pisó suelos soñados y que ahora me recuerda cuando la fumo; le tengo por ello gran cariño, y porque mis primeras fumadas son de ella, y aún hoy me sorprende por su buen hacer y su manejabilidad.
Soy, como es sabido por mis compañeros pipafumadores, más clásico que vanguardista en formas, tamaños y colores, y quizá sea eso debido a esta pipa, que me enamoró en cuanto la vi por elegancia y discreción y que, como primera pipa, me marcó en mis preferencias piperiles. Únese a ello además que ha resultado una gran fumadora, pues pese a su discreto tamaño fuma estupendamente y no calienta en exceso el hornillo; a veces la he fumado muy rápido, por premura de tiempo o de ansiedad; siempre ha respondido bien, y ahora que comienzo a vislumbrar algunos de los secretos de este "arte", consigo de ella grandes fumadas. Además por su tamaño, la puedo llevar casi siempre conmigo, muy cómodamente.
Inscripción: Georg Jensen. Pipa del Año 2004
Tipo: Billiard Lisa marrón.
Valoración personal: 7,5/10









viernes, 19 de junio de 2009

Charatan

Inicio aquí una serie de entradas dedicadas a mis pipas, esas compañeras que últimamente me acompañan en casi todos los momentos de mi vida, y a despecho de las autoridades sanitarias y "cuasimorales" que incluso se atreven a decirnos cómo o cuándo o hasta con quién debemos gozar o morir o intentarlo.
En fin, la afición al noble arte de la pipa, que me cogió ya mayor pero que espero no me abandone, y en homenaje a mis compañeras, las dejaré por aquí, para mostrarlas al mundo y dedicarles algunas palabras e inspiraciones, por entretenimiento y agradecimiento, y por extensión de ellas, a mis compañeros pipafumadores, empezando por los del Club de Albacete Pipalba, y a todos allende fronteras y océanos
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Esta hermosa señora, entrada en años y quizá achaques superados por las primorosas manos del artesano Baulenas, vino a mi encuentro en una tienda o así que encontré deambulando por Gamla Stan, la parte vieja de la ciudad de Estocolmo. La tienda, una especie de mercadillo de recuerdos militares y marinos, con abundancia de material de desecho de la antigua Unión Soviética y los países del Este, ofrecía un aspecto poco esperanzador, pero entré animado por si encontraba algún recuerdo digno y no tan aséptico como los que, en casi todas las tiendas de recuerdos, había encontrado. Me sorprendió en una esquina un puñado de pipas usadas, algunas en muy mal estado de conservación y otras no tanto, y por el cambio muy baratas, así que me dispuse a escoger la que mejor me pareció, sin demasiada importancia a la marca, lo que por otra parte todavía era casi un terreno ignoto para mi escasa experiencia piperil. Lo cierto es que escogí una de ellas por un precio que al cambio eran algo menos de veinte euros, y me fui tan contento con mi adquisición.
La sorpresa vino luego, cuando una vez en casa, rastreé la marca y el estado de conservación de la pipa, y resulto ser una Charatan, no de las de primera época, claro, pero sin una bastante resultona y en buen estado de conservación. La mandé restaurar e higienizar al gran artesano Segimón Baulenas, que la dejó lista y en perfectas condiciones. Así pues, creo que fui afortunado, y que la Charatan "sueca" me esperaba para traerla cerca de Mediterráneo, harta de frío y de noche, y sigue hoy contándome sus historias y aventuras con sus anteriores propietarios, disfrutando de una vejez agradable y enseñándome cómo he de fumar y el ritmo lento que requiere una madura dama como ella. La fumo sólo en casa, a la vuelta del trabajo, en la noche mediterránea imaginando sus aventuras con algún galán nórdico o quizá un coronel mostachudo, que la fumaba degustando una vasito de vodka y tocando la balalaika...en fin.
Es la única, por ahora, pipa de "segunda Boca" que tengo, y superadas las reticencias por una buena limpieza e higienización, suelo fumarla sólo con tabacos no demasiado fuertes, no aromáticos o poco- tipo Original Choice de McBaren o así-, para conservarla y no maltratarla, y la verdad es que fuma de maravilla, y de todas es aquella con la que la fumada es más larga.
Inscripción: Charatan´s Make London, England 11 DC
Tipo: Bent Billiard Arenada marrón.
Coste: aproximadamente 28 euros, tras esterilización y restauración lista para fumar.
Valoración personal: 7,5/10












lunes, 1 de junio de 2009

Arriba los pobres del mundo...

Mientras saboreo el café de sobremesa en mi bar de todas las esquinas, a mi lado, varios currelas trasiegan copas de pacharán y carajillos, acabando sus comidas antes de reincorporarse al tajo, entre bromas y carcajadas y humo de cigarros, riendo por ser viernes y fin de semana, y tras media jornada, el día los dejará lejos del andamio y la máquina y la crisis y demás.
Un inmigrante de color que en otros tiempos políticamente más incorrectos y aún aquí llamamos negro, viene cargado con bisutería y relojes mil, iluminando su cara con una sonrisa que llama la atención, de blanco y alegre y quizá soñador.
Mis vecinos de barra lo llaman a voces, y el chaval acude solicito, cargado con su mercancía. Es delgado y muy alto, con esa elegancia ancestral de los tipos africanos que emparentan con los príncipes massai o los beduinos, y que la selección genética procura que, tras la patera, sólo lleguen los más fuertes o capaces. Como todos los de su raza y procedencia, y a pesar de la miseria y precariedad en que debe vivir, viste con elegancia, y se mueve alegre y despreocupado, mostrando desenvuelto sus productos. No se arruga con las bromas ingenuas con la que los obreros le acosan, y el juego del regateo se convierte en una demostración de ingenio y buenas maneras que sorprende al espectador, especialmente por uno de los currelas que, dicharachero, pretende comprar varios relojes y no sé si por el buen humor de la última jornada o porque está tocado con un buen y gran corazón, consigue que el inmigrante se sienta cómodo discutiendo y rebajando el precio, sonriendo y olvidando un momento su condición. Todos los demás entran en el juego, consiguiendo comprar varios artículos a un precio irrisorio, animados por el de la voz cantante, que trata al inmigrante de tú a tú y de igual a igual, compadreando con él por ser los dos comerciantes, según dice, y conocer las necesidades del curro. El negro ríe con las ocurrencias del otro, compartiendo ya una fanta limón que es lo único que articula a pedir invitado, y la escena, de alegre y curiosa, nos reconforta a los que saboreamos el café en un contagio de felicidad y bienestar. Finalmente el chaval se marcha algo aligerado en su carga, tras un rato de distensión de la dura y puta vida y la tristeza del hambre y la miseria.
Y yo miro al obrero y le doy las gracias, pues en un momento me ha enseñado más con su bonhomía y saber estar que todas las Internacionales y ONG´s y demás. Quizá sea eso lo que falta, ver al otro y al distinto como igual, mirándole a los ojos sonriendo, compartiendo un café un viernes tras el tajo, hermanados en el sudor, el humo y la vida en el bar de todas nuestras esquinas.

Soledad

        Soledad. La calle solitaria acompaña mi vigilia húmeda de madrugada y deseo; te busco en todos los rostros te persigo en todos los c...